TXT: Ángeles Smart @anquismart
La inteligencia aguda sabe de contrastes, de polaridades y de tensiones. No mira excluyendo, sino abarcando aquello que de verdadero posee cada uno de los opuestos que se contraponen. No descansa en la primera impresión y se esfuerza por no caer en lugares comunes. Va por la vía difícil. A los filósofos que se destacaron por este tipo de inteligencia se los llamó dialécticos y ejercitaron una lógica llena de sutilezas y rigor.
También la naturaleza avanza en esta sintonía de un continuo devenir dialéctico. Hoy el panorama en flor de los Saucos, Guindos, Manzanos y Ciruelos ya nos remite a sus frutos y a los licores y dulces que haremos al final del verano. Quienes vivimos inmersos en un contexto natural no dimensionamos la radicalidad de la influencia que la experiencia del continuum de la vida tiene sobre nuestra forma de percibir el mundo. Nos entra por los poros, por los ojos, por el tacto.
Algo de esta tensión entre los opuestos es lo que capta la serie Etérea (Fotografía, 2016) de Francesca Linder. En ella percibimos claramente cómo los cuerpos, sin perder su gravidez, se esfuman y funden con el movimiento. Francesca es una enamorada de los flujos, los devenires, las circulaciones. La de los astros y constelaciones que escruta hace muchos años y los suyos propios cuando camina las montañas patagónicas o transita los paisajes más diversos. Etérea surgió en una clase de danza donde si bien no pudo bailar por una lumbalgia, tampoco se pudo quedar quieta. Cuenta que reptó, se arrastró, giró y pivoteó en el piso. Encontró tiempos de obturación adecuados y su cámara se acopló al ritmo y cadencia de las danzantes. En ese preciso instante nació su certeza: “Descubrí que a pesar de la contundente materialidad de nuestros cuerpos, nuestra esencia es traslúcida”.
Porque el arte también revela. Revela el movimiento universal y su corriente continua. Manifiesta que los bordes y límites se esfuman y se licuan. Delata que los opuestos se explican mutuamente y que la materia vista a contraluz muestra sus transparencias. Nos indica el fruto que está anunciando la flor y su próxima muerte. Nos avisa que la sabiduría es la del ir y venir ondulante de una inteligencia que no se tranquiliza en uno sólo de los opuestos.
Ya que es el movimiento en su fluir quien descubre la verdad y la devela.
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Francesca Linder, fotógrafa / IG @chesca.li
+54 9 2944 29 0224