TXT: Ángeles Smart @anquismart
Verdaderamente no basta con decir ¡Viva lo múltiple!, aunque ya sea muy difícil lanzar ese grito. Ninguna habilidad tipográfica, léxica, o incluso sintáctica, bastará para hacer que se oiga. Lo múltiple hay que hacerlo…
(Deleuze y Guattari, Mil mesetas)
Pasar a la acción es la clave. Generar movimientos desde todos los frentes. Los cambios no siempre suceden, principalmente se construyen. También hay que alterar las percepciones, los imaginarios, las formas del mirar y del decir. Ensayar ver de manera distinta a como nos contaron. Actuar la diferencia y -por ejemplo- declamar: “la estepa y la meseta norpatagónicas no son el lugar de la escasez y la ausencia”. Si bien ahí no está todo, sí hay mucho. Un montón. Aún antes de las expediciones, las codicias y los avances. ¿Cuál desierto? Cabría, entonces, preguntar.
A esta performatividad apunta la muestra “La Construcción del Desierto | 1878-2021” curada por Plataforma Horizontal que se inauguró a mediados de mayo en el Museo Municipal de Bellas Artes de Roca / Fiske Menuco. Entre las muchas imágenes elocuentes elijo la obra Fértida llanura de la serie Espejismos de Viviana Portnoy (Fotomontaje en base a toma digital directa, 2015). En un juego que distorsiona la linealidad de los tiempos y los espacios, a través de la superposición de sucesivas capas de verdes, tizas, ocres, lilas y sepias claros, la horizontalidad del formato nos remite a las perspectivas y vistas del Norte de Río Negro. Tanto la geodiversidad de la Provincia, como la experiencia de habitarla nos hablan de estratos, vetas, franjas y sedimentos. De una multiplicidad de dimensiones que dan lugar a la polisemia y la ambigüedad; a los distintos tonos y tensiones que conforman no sólo lo natural sino también el mundo de lo humano.
Algo de eso también recoge la muestra colectiva “Negar el desierto”, inaugurada en una feliz coincidencia también este mayo, en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima. Allí Luz María Bedoya nos ofrece la posibilidad de pensar el desierto desde lo fantasmagórico que se abre cuando lo invade la bruma marítima. Con Bajo neblina (Instalación, 2012), la artista peruana vuelve a montar aquella obra que presentó en la Galería 80 m². La pieza está constituida por un texto serigrafiado sobre un plástico blanco muy fino y que expuesto a contraluz natural expande una impronta neblinosa. El texto “Bajo neblina jamás adelante” es el que reza uno de los carteles viales de la carretera Panamericana Sur que recorre la desértica costa peruana cargada de niebla. Dice Luz María: “La frase parece ser todo lo que hay. Pienso en ella como una advertencia, pero también como un camino que conduce a un lugar insignificante, como la poderosa fragilidad de la retaguardia”.
Tal vez el desierto sea todo esto y mucho más. Tal vez haya que pensarlo y actuarlo en capas, en médanos o en pliegues deleuzianos. Por un lado como el espacio de una negatividad construida para justificar la conquista y la depredación. Como un adjetivo que habilita y acciona lo destructivo. Pero también como aquél lugar donde los espejismos, las ilusiones y la imaginación instalan lo nebuloso y lo indeterminado. Lo que puede ser. Donde la ensoñación y las quimeras se despliegan en su potente fragilidad. No sólo un desierto. Mil desiertos.
Más info:
Plataforma Horizontal. Laboratorio de estéticas contemporáneas
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Viviana Portnoy
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http://vivianaportnoyfotografias.blogspot.com
Luz María Bedoya
luz maria bedoya (@luzmariabedoya___)
https://linktr.ee/luzmariabedoya
Museo de Arte Contemporáneo Lima