POR GONZÁLO PÉREZ, doctor en Biología
El esqueleto inmenso del Patagotitan mayorum es el animal más grande jamás conocido, desplazando a la ballena azul por 12 metros. Está en el American Museum of Natural History de Nueva York y su tamaño hace que su cabeza deba sobresalir por la puerta de la sala de exhibición.
Desde ya hace unos años, diferentes diarios y revistas tanto nacionales como internacionales han anunciado reiterados descubrimientos paleontológicos excepcionales en la Patagonia argentina. Para el publico en general, estas noticias de hallazgos de restos fósiles de hace millones de años de antigüedad suelen ser sólo notas entretenidas que acompañan un buen café. Sin embargo, cada uno de estos descubrimientos resultan verdaderas joyas científicas que muestran cómo era nuestro planeta durante el reinado de los dinosaurios. En particular, el conjunto de descubrimientos realizados por varios investigadores de distinto institutos en Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz nos estarían mostrando, como indicó el doctor Diego Pol, que en la Patagonia ocurrió algo. Y se rompió el molde.
Esta aseveración se encuentra certificada por los diversos hallazgos de huesos fosilizados de distintas especies de verdaderos colosos. Estos ejemplares patagónicos vivieron en el período Cretácico (140 – 65 millones de años) y pertenecen al grupo de los Saurópodos (criaturas cuadrúpedos herbívoras de cabeza pequeña, cuello y cola larga). Sin embargo, lo que los hace realmente “titanes entre gigantes”, es que según varios estudios las especies patagónicas eran los dinosaurios más grandes que existieron sobre la faz de la tierra. Por ejemplo, un trabajo realizado por científicos de la Universidad de Oxford y publicado el 2014 en la prestigiosa revista Plos Biology reveló que el Argentinosaurus huinculensis era el dinosaurio de mayor masa corporal entre 441 taxones, estimando aproximadamente su peso por arriba de las 67 toneladas, siendo incluso bastante mayor que el dinosaurio más grande de la película Jurassic Park de Steven Spielberg, el Brachiosaurus altithorax con 56 toneladas.
Los vestigios óseos del Argentinosaurus huinculensis fueron descubiertos por el señor Guillermo Heredia, del tambo “Las Overas” cerca de Plaza Huincul, en la Formación Río Limay, provincia de Neuquén. En ese momento personal del Museo Carmen Funes extrajo un peroné y tiempo después, en el verano de 1989, una comisión del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires se encargó de la extracción del material fósil financiado por la National Geographic Society, completando en su totalidad solo fragmentos del esqueleto completo (varias vertebras, un fémur, costillas y el sacro). Los resultados del estudio fueron publicados por Bonaparte y Coria (1993) y el material se encuentra bajo el resguardo del Museo Carmen Funes, en Plaza Huincul, Neuquén, y el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Desde este hallazgo, se han descubierto muchos restos de saurópodos de gran talla. Por ejemplo, el descubrimiento de una importante parte del esqueleto postcranial de un nuevo titanosaurio en el sudoeste de la provincia de Santa Cruz, publicado en Scientific Reports en 2014. Un grupo de científicos de la de la Universidad de Drexel, Filadelfia, Estados Unidos, en conjunto con investigadores argentinos del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET) y de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, participaron de la expedición paleontológica que dio a conocer un nuevo integrante de la familia el Dreadnoughtus schrani. El doctor Fernando Novas (CONICET) explica que si bien no es el ejemplar más grande de todos (60 toneladas y 25 metros de largo), el esqueleto está muy completo y esto puede ayudar a responder muchas de las interrogantes de este particular grupo.
Posteriormente el investigador del CONICET Bernardo González Riga descubrió en la Formación Plottier, Mendoza, los restos de otro gran saurópodo que fue nombrado y descrito como la especie tipo Notocolossus gonzalezparejasi. Este hallazgo extiende la región de los descubrimientos de los titanosaurios, siendo estos no solo propios de la región patagónica. Este ejemplar era en tamaño similar a Dreadnoughtus schrani con un peso de entre 45 y 60 toneladas y 28 metros de largo.
Finalmente, el año pasado, investigadores del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF-CONICET) de Trelew, Chubut, publicaron los estudios de un asombroso descubrimiento realizado en 2012, cuando Aurelio Fernández, un peón que trabajaba en los campos de Chubut, localizó un fósil gigante que resultó ser un fémur de 2.5 metros, el hueso más grande de la historia. Luego de más de tres años de excavaciones, científicos del CONICET anunciaron el hallazgo de restos de al menos seis individuos del dinosaurio más grande jamás conocido. La publicación en prestigiosa revista Proceedings of the Royal Society B, en el que se presenta la nueva especie llamada Patagotitan mayorum, describe las piezas del esqueleto halladas y presenta un estudio de cómo fue la evolución de este grupo de dinosaurios gigantes. Lo interesante de este hallazgo, indican dos de sus autores, los doctores José Carballido y Diego Pol, es que a diferencia de otros descubrimientos en la Patagonia, en esta ocasión se encontraron 150 huesos que se corresponden a un esqueleto casi completo y a más de la mitad de los restos de seis individuos diferentes. Según la publicación, la estimación del peso del Patagotitan mayorum, por dos técnicas diferentes, arroja el asombroso número de entre 65 y 70 toneladas, y un tamaño de 40 metro de largo. La datación de cenizas volcánicas depositadas y minerales permitió datar la edad de los restos fósiles en 101 millones de años (a fines de Cretácico inferior).
Existen muchas preguntas por responder. Por ejemplo y entre tantas: ¿cuáles fueron las razones biológicas y ambientales que promovieron el gigantismo en este grupo de seudópodos? ¿Por qué en la Patagonia? ¿Cómo era la biomecánica de estos colosos? Sin embargo, ya hay cosas que sabemos: mientras que los mayores seudópodos de América del Norte y África fueron principalmente abundantes en los últimos tiempos de Jurásico, en nuestro continente el gigantismo de los seudópodos se habría desarrollado entre el Patino y el Cretácico superior. Por otro lado, las grandes especies patagónicas (el Patagotitan el Argentinosaurus y el Puertasaurus) tendrían un antepasado en común perteneciendo a la misma familia. Sin embrago el gigantismo extremo no sería único y se habría manifestado en otros linajes como el del Dreadnoughtus, que adquirieron independientemente grandes masas corporales dándonos pistas de los factores que permitieron la evolución de estas especies gigantes como nunca había sucedido antes y como hasta ahora no volvió a ocurrir.
También sabemos que estos colosos podrían haber llegado a otros continentes como Australia cruzando por la Antártida, cuando el incremento de temperatura levantó la barrera paleoclimática mientras Gondowana se fragmentaba, como lo indica una reciente publicación con el descubrimiento de Diamantinasaurus matildae en Queensland, noreste de Australia. Actualmente el Patagotitan mayorum es el animal más grande jamás conocido, desplazando a la ballena azul por 12 metros. Esta característica lo hace ser el rey de reyes, incluso ganándose un lugar en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York: su tamaño hace que su cabeza sobresalga por la puerta de la sala de exhibición.
MAS INFO:
Link: https://www.amnh.org/exhibitions/permanent-exhibitions/fossil-halls/miriam-and-ira-d.-wallach-orientation-center/the-titanosaur