EL MUNDO Y SUS IMÁGENES :: Bariloche, la remota colonia agrícola

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TEXTO HANS SCHULZ
FOTOS ARCHIVO VISUAL PATAGÓNICO, A CARGO DE FEDERICO SILIN

Lo que alguna vez hubo y nunca más habrá. Las imágenes de un Bariloche cada vez más lejano, perceptible aún en fotografías que delatan, que muestran los cambios. De la aldea de montaña, de la remota Colonia Agrícola Nahuel Huapi a la idea, entonces lenta y potencial, de una metamorfósis que ya no se detendría.

En Bariloche están las familias que forman parte de la historia de la colonia, pero también están las que fueron llegando con los años y las que siguen llegando. Y yo me pregunto: ¿qué percepción tendrán todos ellos del pueblo y la ciudad en la que están viviendo? ¿Cómo se imaginan la historia de la aldea? La memoria colectiva, recuerda, selecciona, calla, omite y transmite y es así como a medida que los detalles de la vida cotidiana pasada se van reduciendo a algunos rasgos elementales, la historia tiende a convertirse en mito. No hay duda de que las fotografías, con su aura de objetividad absoluta, son una contribución esencial a la construcción del mito. Por otro lado, el historiador del arte Jí¼rgen Reiche, dice que existen el mundo y las imágenes del mundo. Nosotros lo podemos parafrasear diciendo: “Existe la aldea y las imágenes de la aldea”. Y cuando la aldea se desvanece, sólo quedan las imágenes de ella.
He aquí una selección de admirables fotografías de un tiempo que alguna vez fue. Federico Silin las ha seleccionado de entre un mar de otras, que dispersas y ocultas en álbumes familiares y cajas pueblan las bibliotecas y los armarios de las casas a lo largo de las cuales transcurre nuestra vida cotidiana en la ciudad. Son fragmentos de otro tiempo, retazos de un mundo que el observador ingenuo, imagina inmóvil. No es así. En todas ellas se percibe la inminencia del cambio, que en la década del 30, irrumpirá implacable sobre la aldea de la remota Colonia Agrícola Nahuel Huapi. Porque lejanos y remotos vivían los colonos cuando una decisión política tomada en una capital, que hasta ese momento parecía de otro país, vino a sorprender el ensueño de su plácida vida. Hasta los cielos de estás imágenes son distintos a los cielos de la actualidad. Son cielos y espacios que todavía nos hablan de la soledad y la inmensidad en la que transcurría la vida de los colonos de esos otros tiempos. Álamos y cercos de madera se observan a las espaldas del nuevo edificio de la Intendencia de Parques Nacionales, una majada de ovejas en primer plano le imprime un carácter bucólico a la imagen de la aldea distante y galpones del antiguo aserradero del pionero Primo Capraro todavía se entremezclan entre las nuevas obras del Centro Cívico. Pero es la prominente figura de la Catedral que sobresale a los techos de las pequeñas casas de madera, la vista a la primera cuadra de la calle Mitre desde los nuevos “arcos de triunfo” y la bella y emblemática fotografía del Centro Cívico y el lago desde las laderas del cerro Runge, las que definen el carácter de ésta somera selección. Se trata de la inexorable “llegada de los otros”, que apoyados en una política de Estado y avalados por una extensa red de familiares en el poder, iban a cambiar definitivamente el paisaje cultural de la región del Nahuel Huapi. La colonia rural, junto a su arquitectura y la vida cotidiana de sus pobladores, comenzaría entonces su lento y definitivo camino al olvido, un proceso que aún no ha terminado.De todos los documentos visuales que van quedando de nuestro pueblo, éstas fotografías son sin duda una joyita, una perfecta iconografía de lo que una vez hubo y nunca más habrá.

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