LIBROS RECOMENDADOS #44

LIBROS 01LA BÚSQUEDA DEL TESORO. 
Andrea Camilleri. Salamandra, Bunos Aires, 2013.
Es casi imposible ignorar el aburrimiento. Y el comisario Salvo Montalbano se aburre mortalmente en la tranquila Vigata. Sin embargo, Andrea Camilleri está a punto de escribir la más audaz de sus novelas policiales. El adjetivo se relaciona con determinadas truculencias temáticas por las que deberá atravesar el comisario, que tendrá que resolver ciertos acertijos que se transforman en pistas. Montalbano, como ha sucedido tantas otras veces, deberá admitir y razonar de manera diferente. Las adivinanzas (torpes, poéticamente patéticas, pero indisimuladamente claras) esconden tras de sí a un sujeto potencialmente brillante y perverso a la vez; y la circunstancia puede ser letal para cualquiera que se dedique a la profesión de Montalbano. Todo comienza cuando el señor y la señora Palmisano (dos hermanos octogenarios que sólo salen de su casa para ir a misa) comienzan a dispararle a la multitud desde la terraza. La policía entra. La casa es como un monasterio ruinoso. Todo es desolador, triste. Sobre la cama hay una muñeca inflable vieja, rota, gastada por el tiempo y la soledad. A los pocos días, otra muñeca exactamente igual aparece en un depósito de basura. Entre las notas que lo desafían y dos veteranos enloquecidos, se produce la desaparición de la hermosa Ninetta. El “juego” cambia: ya no se trata de una muñeca. Montalbano (impecable) debe continuar “buscando el tesoro”. Su adversario parece estar loco. También es genial. Y atroz.  

LIBROS 02LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.
Winston Churchill, El Ateneo, Buenos Aires, 2012
Winston Churchill (1874-1965) es uno de esos hombres que jamás pasará desapercibido. Militar graduado del Royal Military College, primero formó parte del Partido Conservador y luego del Liberal. Fue diputado, ministro de Comercio, del Interior y de Hacienda de la Gran Bretaña. Pero su biografía política comienza a tomar otra dimensión cuando en 1940, ya declarada la Segunda Guerra Mundial, es elegido Primer Ministro en reemplazo de Neville Chamberlain (“I have nothing to offer but blood, toil, tears, and sweat”, dijo célebremente el día que asumió) Este texto, publicado originalmente en 1959, es el reflejo de aquellas instancias. Es voluminoso (1074 páginas) pero su índice es absolutamente seductor para los amantes de la Historia y la Política del Siglo XX. Churchill comienza sus reflexiones analizando críticamente el Tratado de Versalles. A partir de allí, el protagonista es un analista lúcido e implacable (y los adjetivos no suponen unánimes acuerdos). Hitler, Stalin, Polonia, las circunstancias francesas, Dunkerke, la Batalla de Inglaterra, Roosevelt, Pearl Harbour, Casablanca, Stalingrado, Mussolini, Normandía, las Ardenas, el “telón de acero”, las bombas atómicas. La “fuente” es primaria: leer a Churchill es como escuchar a Churchill. Perdió las elecciones en 1945, después de la victoria. Volvió a ser Primer Ministro entre 1951 y 1955. Luego se dedicó a escribir, pintar y pensar. En 1953 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

LIBROS 03LA MUJER QUE ESCRIBIÓ FRANKENSTEIN. 
Esther Cross, Emecé, Buenos Aires, 2013.
Mary Shelley estaba predestinada a ser una mujer extraordinaria. Nació como Mary Wollstonecraft Godwin el 30 de agosto de 1797 (murió en 1851). Era hija de un intelectual, William Godwin (que entre otros textos escribió uno que se llamaba Ensayo sobre los sepulcros) y de Mary Wollstonecraft, una feminista de avanzada. Pero la madre de Mary murió a los diez días de producido el nacimiento. Su padre volvió a casarse y con el tiempo, cuando tenía 16 años, la joven Mary se fugó con un amigo de su padre, Percy Shelley, que ya estaba casado. Más allá de los datos, el libro de Esther Cross no es una biografía: es el retrato de una época (los días de Mary Shelley) en la que la medicina -sobre todo la cirugía- exigía cuerpos (cadáveres) para estudiar y aprender respecto a la vida. Y los cirujanos necesitaban ladrones de cadáveres: muertos que “generaban” vida. Eso es Frankenstein, el libro célebre y memorable de Mary Shelley, el monstruo, el moderno Prometeo, el que intentó regresar a los hombres como un dios: el doctor Víctor Frankenstein, científico al fin, intentó derrotar la muerte. Tras él, Mary Shelley, a la que no le faltaron ni pasiones ni inteligencias ni tragedias personales. Mary Shelley, la misma que comenzó a garabatear este texto en la casa de Lord Byron, leía los escritos de su madre sobre su tumba en el cementerio de Saint Pancras, escribió la primera versión de Frankenstein en 1818. La segunda es de 1831. De esa mujer y de esos tiempos se ocupa admirablemente Esther Cross.

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