NUESTRO ÚNICO HOGAR :: BIO

POR GONZALO PÉREZ

Me encuentro nuevamente en la disyuntiva sobre qué tema encarar en este espacio que tengo para expresarme. ¿Será interesante para alguien mi opinión, mi punto de vista? ¿Hasta dónde puedo opinar y aportar y cuándo me quedo sin fundamentos?
Pero luego me motivo. Pienso en que este espacio/tiempo es un buen ensayo y las teclas comienzan a sonar y las palabras salen. A veces naturalmente, otras no tanto. Nada mejor que escribir sobre lo que me preocupa. Lo que hoy me alarma -como ayer y seguramente mañana- concierne a nuestro hogar: el planeta Tierra.
Cuánto ruido hay que no podemos advertir que, literalmente, estamos destruyendo nuestro único hogar. ÓSomos tan iguales y tan diferentes a los otros habitantes de este planeta! Lamentablemente, así como tenemos cosas hermosas (la música, la pintura, las letras), somos los únicos seres vivientes que podemos modificar profundamente nuestro entorno para satisfacer nuestras necesidades, no mucho más allá que aquellas inmediatas. Esta capacidad nos brindó una ventaja que hoy nos destruye. La clave se encuentra en que no poseemos una regulación natural de nuestras poblaciones y así los recursos que consumimos se acaban y, al escasear, modificamos nuestro entorno para seguir creciendo y creciendo.
El resultado es que modificamos nuestro planeta sin respetar su increíble complejidad, su equilibrio, su caos y sus tiempos. Necesitamos más madera o más tierras cultivables: hay más desforestación y campos sembrados. Necesitamos más pesca. Entonces, nuestras redes son más numerosas y de trama más pequeña. Reclamamos más minerales y escavamos más profundo. Reclamamos más energía, y modificamos las venas de la tierra represando y entubando lagos y arroyos. Pedimos más producción a la tierra cansada y ahogamos los campos de herbicidas, pesticidas y fertilizantes.
Hace tiempo que sabemos lo frágil y delicado de los ecosistemas. Si desforestamos, los campos llenos de muñones pierden aquella preciada tierra fértil rápidamente y, tarde o temprano, puede sostener menos biomasa vegetal y el desierto avanza. Si extinguimos especies (directamente por consumo o indirectamente por alteración de su hábitat) se pierde diversidad genética: sacamos del escenario un herbívoro, un depredador y su papel clave en la trama trófica. Arrancamos aquellos procesos relacionados con esta especie como respiración, fotosíntesis, excreción, reciclado de nutrientes, entre otras..
Cuánto ruido hay que no podemos advertir. Nuestros paisajes están llenos de cables, antenas y cemento; nuestros mares poseen menos ballenas, menos atunes y delfines. Pero más plástico y más petróleo. ¿Hasta dónde llega nuestra indiferencia que los hielos continentales y los casquetes polares se derriten por el calor de nuestras fabricas? ¿Por qué pensamos como los cangrejos caminan? ¿Cuándo vamos a dejar de crecer? ¿Para qué crecer consumiendo y devastando?
Nuestro planeta posee una increíble capacidad para sanar, para volver al equilibrio, quizás diferente al anterior, pero equilibrio al fin. Muchas de nuestras marcas ya son hoy cicatrices permanentes. Cuánto ruido debe haber que seguimos teniendo hijos sin preocuparnos por dejarles un mundo mucho peor que el que nos tocó a nosotros.
Indiferentes. Siempre indiferentes. –

EUROPA
Los glaciares europeos han sido algunos de los más afectados por el cambio climático. Desde la primera mitad del Siglo XIX, cerca de dos tercios de la cubierta de hielo se ha perdido en los Pirineos, con una marcada aceleración después de 1980. En los Alpes, el hogar del mundialmente famoso Matterhorn, casi la mitad de los glaciares han desaparecido.
A menudo llamados la “torre de agua” del continente, los Alpes, contienen el 40 por ciento del suministro de agua dulce de Europa. La dramática desaparición de hielo en el Matterhorn el año pasado, por ejemplo, provocó que la frontera entre Suiza e Italia tenga que dibujarse nuevamente.

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