La isla de los cazadores de pájaros.
APeter May
Grijalbo, Buenos Aires 2011.
El detective Fin Macleod debe abandonar Edimburgo para trabajar en un caso de asesinato. El terreno es familiar. Ocurrió en Crobost, pequeño poblado ubicado en la Isla de Lewis, en las Islas Hébridas, ubicadas en la costa occidental de Escocia, lugar en el que nació y creció, y al que no ha regresado en 18 años. Incluso sabe quién es el muerto: Angus Macritchie había sido su compañero de colegio. En Lewis no hay un sólo misterio. También están el pasado y los silencios del propio Macleod. Y Marsaili, acaso la mujer de su vida. En Crobost se ha producido un crimen y él debe resolverlo. Pero en Crobost también está su propia historia, su propia biografía y aquello que nunca se ha dicho. Allí está la tumba de sus padres. También la casa de su infancia. En ruinas. Como casi todo. La isla de los cazadores de pájaros es una muy buena nouvelle noire, narrada en pasado y presente, donde la intriga no es vertiginosa pero sí implacable, infalible, detallista, intensa. El entorno natural, bello y feroz, se mezcla constantemente con una historia en la que los recuerdos le pertenecen al propio Macleod, mientras que un narrador omnisciente se hace cargo del resto. Angus Macritchie ha sido brutalmente asesinado. El detective Fin Macleod va hacia él y rumbo a sus propios silencios. Las Islas Hébridas, misteriosas, esperan. El enigma les pertenece.
H. M. Enzensberger
Anagrama, Barcelona. 2011
Kurt von Hammerstein era jefe del Alto Mando del Ejército Alemán cuando el nazismo llegó al poder en 1933. Hammerstein, en medio de la soledad, se transformó en opositor al régimen. Se opuso a la designación de Adolf Hitler como canciller y él mismo le transmitió al presidente de la endeble República de Weimar, el veterano mariscal Paul von Hindenburg, lo absurdo de su nombramiento. Al asumir Hitler, se retiró del ejército. Murió discretamente en abril de 1943, enfermo de cáncer. Su familia, en otro acto de notable valor real y simbólico, se negó a que la esvástica cubriera su féretro. Dos de sus hijos varones participarían de la resistencia y, aunque no directamente, del intento de asesinar a Hitler el 20 de julio de 1944. Sus tres hijas mujeres se afiliaron al Partido Comunista Alemán y tuvieron novios y amigos judíos, lo que suponía un peligro mortal para la época. “Mis hijos son republicanos libres. Pueden hacer lo que quieran”, explicó en pleno régimen. “Nos hemos lanzado de cabeza al fascismo”, dijo cuando se confirmó que Hitler sería, finalmente, canciller. Para Hammerstein, Hitler suponía la ruina real, intelectual y ética de Alemania. El texto se propone rescatar la memoria y la acción a un sujeto tan particular como Hammerstein, desconocido para la inmensa mayoría. Un hombre que en el peor de los escenarios se permitió el tiempo de pensar y decidir. Pensó, decidió y se negó a convalidar la dictadura y el terror. Gran trabajo de Hans Magnus Enzensberger. En clave de novela, de ensayo periodístico, de investigación histórica y de reportaje imaginario, el libro es buenísimo. Una gran historia y un gran escritor: Hammerstein o el tesón es la resultante de esa extraordinaria composición.
Eduardo Sacheri
Alfaguara, Buenos Aires, 2011.