UN ESPACIO DONDE LOS TEXTOS NO SON NI NUEVOS NI VIEJOS :: Simplemente son BUENOS

LIBRO-01KRIMINAL TANGO :: Álvaro Abós – Alfaguara, Buenos Aires 2010
La ciudad de Buenos Aires, con sus espacios ocultos, es el gran escenario en el que se mueve Juan Muñecas, detective inspector de la División Homicidios de la Policía Federal. Muñecas, filósofo urbano, sabio de las orillas de lo imposible, acaba de ser prolijamente abandonado por su mujer, que lo dejó sin mayores explicaciones para comenzar a salir con su abogado (el de ella), casualmente quien se ocupa del trámitae de divorció que los une, aún. En todas partes, la ciudad desnuda: en el puerto de Buenos Aires, en la Plazoleta Wilson, un tipo, Claudio Levinski, contador público de apariencias intachables, es quemado vivo dentro de un finísimo ataúd canadiense. Eran cerca de la una de la tarde y Levinski, media hora antes, estaba vivo en sus oficinas de Barrio Norte. El crimen, misterioso y cruel, permite todas las conjeturas posibles. Buenos Aires se abre como un gran abanico desde La Quema hasta el Bajo Belgrano, desde Balvanera hasta los confines del río. Por allí transita Muñecas, solitario y pensativo, sabiendo a cado paso que la ciudad se ha transformado en una especie de trampa. Por las noches, bien tarde, Muñecas, tanguero fatal, toca el violín en el Rincón Asturiano, un bolichón de la calle Estados Unidos que supo de mejores épocas. El libro, más allá del inobjetable asesinato, comienza con Nunca tuvo novio, de Enrique Cadícamo, y Libertango, de Astor Piazzolla. Termina con Responso, de Aníbal Troilo.

LIBRO-02EL TEATRO DE LA MEMORIA :: Leonardo Sciascia – Tusquets, Buenos Aires, 2010
Hace mucho tiempo, casi en los albores de la década del 20 del siglo pasado, un hombre cualquiera es arrestado por robar en el Cementerio de Turín. Nadie lo conoce y va a parar al manicomio. Él mismo no recuerda quién es y qué hacía allí, en el camposanto. Nadie lo conoce hasta que alguien, alma caritativa, publica su foto en un diario. Y el hombre sin pasado, comienza a tener varios, por lo menos dos: un grupo, familiares y amigos incluidos, lo reconoce como un hombre notable, el profesor universitario Giulio Canella, de quien no se tenía noticia alguna desde la finalización de la Primera Guerra Mundial. Lo habían dado por muerto. Pero otros lo reconocen fehacientemente en una personalidad menos candorosa: la de Mario Bruneri, de profesión tipógrafo, prófugo de la justicia por robo y estafa. La esposa de Canella, se empeña en que es, precisamente, Canella. Las huellas digitales no la ayudan, pese a que el acusado afirma lo mismo: que es el profesor Canella. La mujer de Bruneri también lo identifica: es él. Pero Bruneri no le importa a nadie. Mucho menos a su esposa. ¿El hombre en cuestión es Canella o no quiere ser nunca jamás el estafador Bruneri? ¿Quién es quién? Leonardo Sciascia (Racalmuto, Sicilia, 1921- Palermo, 1989) cuenta la historia con maestría y talento, medita “citando a Pirandello– sobre cuestiones relacionadas con la identidad y relata, de alguna manera, la saga de engaños y laberintos construidos a propósito que se transformaron en los pormenores verídicos de un caso judicial que mantuvo atenta a toda Italia. Todos esperaban con ansias el diario de mañana.

LIBRO-03QUEMAR LA PIEDRA :: Inés Ambrosini – Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010
La poesía no sólo es extraordinaria por la virtud y la belleza que supone escribirla. Es también incomparable porque su decir avanza, siempre, muchísimo más allá de las palabras, implacables al mismo tiempo. Quemar la tierra es una sucesión de poemas incandescentes que buscan constantemente en todos los rincones de la memoria, la propia, la del pasado, qué sucedió con todo aquello que ahora, lejos, conforma, hace y deshace a la escriba, la dueña de la pluma, la dueña de las tristezas, de los olvidos y de las preguntas. Cada y línea y cada frase se posan en las inevitables ausencias, en todo aquello que, desapercibido acaso, abandonó los contornos posibles y conocidos para ser sólo recuerdo, nada más que recuerdo. Todo se fue hacia alguna parte: las paredes de la casa, las llaves, “las puertas de mi infancia”. Y es en ese instante, el de la pregunta, cuando ciertamente la “palabra amor no explica nada”: el amor, tal vez, solo transforme en más inmensas a las ausencias inmensas. “La furia se fue. Huyó por la ventana. Le mostré mis lados más difusos, entreabrí una puerta y se espantó. No fue mi intención asustarla, ni siquiera sorprenderla. Simplemente escribí palabras inciertas”, dice Inés Ambrosini, quien se adelanta e interroga “quién me escribirá cuando ya no esté”. La poesía seguirá escribiendo. ” ¿Qué quedará en pie sobre la tierra cuando deje de llorar?”. Los versos. Quedarán los versos. Todos los versos. Estos también.

Leave A Reply

Your email address will not be published.