Arte, estilo y confort :: Luma | Villa La Angostura

      

 

POR REVISTA AIRE
FOTOS PAOLA PIERINI

Existen sitios que son como réplicas perfectas de sí mismos, de las ideas que le dieron origen. Luma es uno de ellos. En el universo de la hotelería boutique, su semántica arquitectónica ensambla lo clásico y lo moderno. También dos geografías distantes. El proyecto de Liliana Gonzalez, Julieta Fortunato  y Nicolás Glave tiene identidades inconfundibles, entre ellas la artística, responsabilidad de Gonzalo Fontán. El todo resulta inimitable.

Luma no sólo es una particular casa de montaña frente al Nahuel Huapi. Es, además, un concepto estético, una forma de ser, un estilo. Parece de otro tiempo y de otro lugar. Pero no se trata de la Toscana italiana sino de Villa La Angostura.

Luma ha logrado una semántica arquitectónica única, estéticamente perfecta y funcionalmente irreprochable, fruto de la sumatoria de conceptos que provienen, simultáneamente, del clasicismo y la modernidad. Cuenta con ocho suites de casi 50 metros cuadrados cada una, todas con ambientes amplios y balcones, decks o terrazas que miran al gran lago, en los que se destacan la piedra, la madera y los colores tierra. Los espacios comunes no escapan a la sutileza del diseño: cada huésped sabe que puede encontrar un rincón particular, un sitio en el que sentirse tan cómodo y a gusto como en su casa. Vale la pena destacar que recientemente el hotel recibió en Londres un premio internacional de la “International Hotel Awards 2012-2013” en la categoría “New Small Hotel Constrution & Design Argentina.”

Se trata de un emprendimiento familiar encabezado por Liliana González, su hija Julieta Fortunato, chef ejecutiva y sommelier y su yerno Nicolás Glave, que partió de una premisa muy clara y específica: la construcción debía tener reminiscencias decimonónicas, y puntualmente italianas, pero al mismo tiempo imperceptiblemente modernas.

Los primeros fanáticos del lugar somos nosotros”, suele repetir Nicolás Glave. Luma es mucho más que un casi perfecto ejemplo de hotelería boutique. Es una forma diferente de disfrutar del confort, del espacio y del arte. Las palabras que involucran determinadas pasiones pueden ser comprendidas y compartidas en cualquier idioma. La presunción se cumplió. Es imposible sintetizar el todo. Las partes suelen explicarlo. Sus ocho suites hablan por sí solas. La comodidad y la tecnología se combinan para lograr (y ofrecer) un delicado espíritu de estilo. Y para que el resultado no fuese otro, la intervención del artista plástico Gonzalo Fontán, que participó, junto con el Estudio Verardo, de la obra -y del concepto- dejó su impronta y su talento en paredes, pisos y muebles.

Luma, que ocupa un espacio de 1200 metros cuadrados (400 de ellos destinados a las habitaciones) y tiene una idea a disposición de quien quiera verificarla y disfrutarla, “parecía obra de pasión wagneriana”, cuenta Fontán. “Por mis manos y mis ojos, mis pensamientos y sentimientos, desfilaron muchas y variadas cosas que habitan Luma. Armarios y mesas, mesitas, el escritorio. Muros y techos. Lámparas. Y sus paredes (las paredes, qué tentación tan extensa y colorida). Y en ellas, después del color y la aceptación de todo lo accidental, de lidiar con el resultado de nuestros experimentos, llegó el dibujo, dibujo materializado en los varios ornamentos que hemos creado para Luma. Y también abarca ese mueble que laqueamos en rojo matizado de negro y que terminé ornamentando con pequeñas flores en oro. Y el techo de la Habitación Ocre”. El artista cerró el círculo. El proyecto respondía a una idea a la que, en principio, era muy difícil mejorar. Comodidad, cierto aire inevitable de exclusividad y determinados talentos distribuidos exactamente donde deben, constituyen los fragmentos –arbitrarios- de una “casa particular” especialmente concebida.

Las habitaciones son todas diferentes y de diversos colores. Cada una tiene y refleja su personalidad. Sus paredes y sus muebles aportan también características diferenciales. Vale destacar que Fontán continúa vinculado con la familia propietaria y mediante sus aportes artísticos busca mantener la novedad y la frescura en esta casona, es así que en relación a unos de sus últimos trabajos él mismo reflexiona: “Nicolás me dijo que había que hacer algo para mejorar el aspecto del vestidor de la Habitación Naranja. Él sentía que algo faltaba. Podía ser la entrada. O el cielo raso. Nos dejamos llevar y el entusiasmo inicial llevó a otro. Terminamos transformando la habitación entera para recibir muy bien a quienes se hospedan en Luma. Todo derivó no sólo en una nueva disposición sino en la incorporación de muebles y alfombras, lámparas y la pintura de dos franjas de color a modo de zócalo en todas las paredes. Una cosa sustenta a la otra para hacer al ambiente. En un viejo baúl que sirve de mesita hice un collage con antiguas imágenes, muchas de viajes, otras eróticas. Las dejé allí”.

El artista interviene en lo que ya era todo un desafío en sí mismo desde el primer trazo, desde su concepción. Fontán medita y explica que el conjunto bien merece el espacio y el tiempo de la “contemplación”: los viajeros, los peregrinos de la Patagonia que pasen por Luma serán los que disfruten de esa última puesta en escena:

“Actuamos sin marchas forzadas y con los goces de poder hacer este trabajo en pos de la belleza, una esquiva e intangible belleza, una belleza tal vez presentida”.

Su trabajo implicó ocuparse de la cuestión estética del lugar, desde las pátinas, las mezclas de pintura y las texturas, hasta el “envejecimiento” de techos y paredes, pasando por la pintura de murales o paredes. Un día cualquiera, acaso prefijado, seguramente esperado, la obra terminó. La mirada de Fontán explica el instante: “La integridad orgánica de Luma con el paisaje, su profunda mímesis, su conservado vestigio de bosque, son como un caparazón. Un caparazón en cuyo corazón está la génesis de la pasión que la anima y arde. Como las brasas de sus hogares y el fuego de sus calderas, tiene que ver con esta cualidad inasible y cambiante: ser siempre de otra manera y ser a su vez siempre lo mismo. Luma siempre estará lejos de lo anodino”.

Los secretos a voces de Luma
8 suites, todas con vista al lago.
Atención personalizada en español, inglés e italiano.
Salas de pool y de lectura con chimenea.
Salón de estar con hogar.
Restaurante con servicio de sommelier.
Cava de selectos vinos /wine bar.
Cama sommier king size- twins.
LCD en suites con TV satelital.
Internet WiFi – DDI-DDN Petit.
Salón para eventos sociales y empresariales.
Spa: piscina climatizada in-out, baño sauna, ducha escocesa.
Sala de masajes.

Las ocho suites
Premium: suites Ocre, Naranja, Galletita, Violeta, Verde.
Premium con terraza: Suites Celeste, Lacre, Mirador.

Biografía artística
Gonzalo Fontán (Buenos Aires, 1968)
Es artista plástico y diseñador. Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y junto a la profesora Georgina Labró.
Dibujó y diseñó en diversos estudios de la Capital Federal e Italia.
De su hacer artístico, se pueden mencionar los siguientes detalles:
Mención de Honor en el concurso Nuevo Telón del Teatro Colón (Buenos Aires, 2009)
Finalista del concurso de escenografía para la ópera El Rey Kandaules (Teatro Colón, Buenos Aires, 2005)
Selección y exposición. Pintura. Bienal de Arte Sacro de Buenos Aires (Centro Cultural Borges, Buenos Aires, 2004).

Luma Casa de Montaña
Avenida Siete Lagos 2369 (Ruta Nac. 40, Km. 2117)
Villa La Angostura, Neuquen.
Teléfono: (0294) 4495611  / 449-5641
E-mail: consultas@lumapatagonia.com.ar.
www.lumapatagonia.com.ar

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