El recorrido comenzó cerca de las nacientes del río Santa Cruz y avanzó hasta la histórica isla Pavón, que todavía homenajea el espíritu del gran Luis Piedra Buena. Fueron cuatro días atravesando la estepa patagónica, que modificará su paisaje a causa de las represas que se construirán a ambos lados de la cordillera. Alberto del Castillo y Marcos Couch, expertos si los hay, fueron los organizadores de la expedición.
Sabiendo que no quedan muchas oportunidades para recorrer el río Santa Cruz y conocerlo tal cual lo vieron las civilizaciones que habitaron la zona por siglos o incluso el capitán Robert Fitz Roy, el perito Francisco Moreno o el comandante Luis Piedra Buena, decidimos recorrerlo íntegramente en una expedición en kayak.
Por cuatro días completos el Santa Cruz fue nuestro y lo disfrutamos como si fuera el único lugar en el mundo. Es que se encuentra a punto de comenzar la construcción del complejo hidroeléctrico La Barrancosa/Cóndor Cliff (rebautizado Gobernador Cepernic y Presidente Kirchner), y más de 80 kilómetros de este río (que actualmente recorre 385), desaparecerán bajo las aguas que se tragarán para siempre el legado de colinas, acantilados, escarpados montes, cañadones, mesetas planas y valles inesperadamente verdes, además del hogar de una enorme variedad de animales.
Los seis integrantes del viaje nos reunimos en El Calafate: Julieta y Alberto Del Castillo, provenientes de Tandil y El Chalten; Nadia y Carlos Kiricos, recién llegados de Laguna Brava, Balcarce; y Marcos Couch y yo, después de recorrer la Ruta 40, habiendo salido de Bariloche.
Emprender la marcha en este caso implicaba más que la decisión de hacerlo, ya que por cinco días estaríamos solos y dependeríamos únicamente del material que cargáramos en los kayaks, incluidas cosas como comida, bolsas de dormir, mudas de ropa, cacerolas, carpas, linternas, platos, cucharas, dentífrico, toallas, calentadores, mapas, GPS y, por supuesto, una buena dosis de vino para las noches de campamento, de cabo a rabo todo bien envuelto en bolsas estancas.
Julieta había hecho las compras de alimentos y todo ya estaba empaquetado y dividido de manera más que profesional. ¡Hasta los caramelos Sugus estaban inventariados! El resto del equipo, preparado por dos “viejos perros” como Alberto y Marcos, nos aseguraba que tendríamos no sólo lo necesario sino también algún lujo como vinos excelentes o comidas sabrosísimas.
Llegó el día y a las 9:40 de la mañana partimos desde bajo el puente de Charles Für -a unos 5 kilómetros de la naciente del río- en tres kayaks dobles, con un pronóstico de tiempo poco alentador, a causa del viento, pero con muchas ganas. El generoso río Santa Cruz nos lleva con su propia corriente -a veces a unos 9 km/h-, pero no es excusa y hay que remar, pudiendo llegar hasta 20 km/h, pero con una velocidad promedio de 14. El viento debería haber sido una ayuda porque permanentemente sopló desde el oeste, pero el caso es que río da tantas vueltas y tiene tantos meandros que a veces venía de algún lateral o de frente, formando peligrosos remolinos y generando olas de hasta un metro de altura.
El paisaje es plena estepa patagónica, pero aún así encierra una variedad que nos sorprendió a todos. La vegetación es escasa aunque justo en esos días nos regaló las primicias de la primavera con una increíble variedad de florcitas. Por supuesto que los animales que más llaman la atención son los guanacos y sus chulengos, porque son muchos, son hermosos y son muy curiosos. Las manadas nos seguían a la vera del río como espiándonos. También vimos liebres, zorrinos, huellas de pumas y aves en inmensa variedad: cisnes de cuello negro, jotes, cauquenes, biguás, macás y la presencia magnífica de los cóndores que parecían ni darse por enterados de nuestro paso.
Si bien el Santa Cruz es hoy el río argentino más caudaloso entre los que no tienen aprovechamiento hidroeléctrico, también es cierto que en algunos lugares de su recorrido es muy poco profundo, al punto que se puede tocar el lecho con la base de los kayaks. El río nace del desagüe del lago Argentino y sus aguas son de origen glaciar, o sea, fría, con 5 o 6 grados centígrados. Aún así Nadia, que amenazaba desde el primer día con darse un chapuzón, una mañana, contra todo pronóstico, se tiró a nadar, pasmándonos a todos. Salimos con un pronóstico de mucho viento y frío para los cinco días que habíamos fijado para la expedición, pero ni tanto fue el viento ni tantos fueron los días, pues viajamos a un promedio de 80/90 kilómetros por jornada, terminando el recorrido en 4 días.
Las paradas fueron las imprescindibles: para almorzar y los campamentos para dormir. El resto del día estaba dedicado a remar y remar. Las noches las pasamos en lugares que Germán González, un amigo y guía de kayak, nos había señalado. Así fueron tres campamentos libres y el cuarto y último, en la isla Pavón, de camping organizado, donde nos dimos una merecida ducha. Cada vez Carlitos intentó pescar, cosa que consiguió en dos ocasiones, guardamos “documentación gráfica” del acontecimiento, pero siempre bajo la consigna de catch and release.
Cabe mencionar las estancias abandonadas o habitadas que hay a los lados del Santa Cruz. El tercer día bajamos en una de las abandonadas y da pena ver el estado en que quedan después de ser saqueadas y devastadas. Un poblador nos contó que en los años `90 aún eran terrenos lucrativos, pero que a causa de la depreciación de la lana perdieron su chance y no volvieron a producir. Por otra parte, entre algunas que sobrevivieron se han realizado inversiones que demuestran que la tierra sólo necesita agua para proporcionar un vergel.
Aunque nada tiene que ver con el deporte, el esfuerzo físico y las faenas por lugares remotos, un punto a favor se lo ganó la comida, sobre todo la memorable fondue de queso que el cocinero oficial, Marcos, preparó la segunda noche, bien regada con un Cabernet Sauvignon.
Al llegar a la isla Pavón tuvimos nuestro encuentro con la sociedad. Después de cuatro días de soledad, que parecieron cien, pasamos el puente que une la isla con el continente y distinguimos unos autos. El pronóstico para el día siguiente, según la Prefectura instalada en la zona, nos hizo desistir de hacer el último tramo del río. Ahí quedó nuestra experiencia, a unos 35 kilómetros del mar.
Con el apoyo del equipo de Alberto del Castillo volvimos a El Calafate desde la isla Pavón por la Ruta 9 que corre al sur del río Santa Cruz y pudimos ver desde otra perspectiva lo que acabábamos de transitar. Y nos preguntábamos si será cierto que la tierra es un bien que tomamos prestado de las generaciones venideras o si, como habitantes del presente, debemos defender nuestro derecho al bienestar y la prosperidad construyendo inmensas represas.
Este difícil equilibrio que plantea la civilización se puso de manifiesto una vez más. Suponiendo que los riesgos hidrológicos, los análisis económicos y la pregunta sobre la habilidad de las presas para responder a las demandas del poder eléctrico del país han sido sopesados adecuadamente, aún queda responder por la herencia del paisaje recibido e inevitablemente perdido.
BIOGRAFÍAS
No es la primera vez que Alberto del Castillo y Marcos Couch recorren juntos lugares inhóspitos de la Patagonia Austral. Ya en el año 1992 exploraron el Hielo Continental. Además ambos han obtenido la calificación internacional de Guía de Alta Montaña otorgada por la Union Internationale des Associations de Guides de Montagnes (UIAGM). Los dos se dedicaron profesionalmente a la actividad turística, mezclando su pasión por la montaña, la capacidad organizativa y el liderazgo natural que los distingue.
Del Castillo, dentro de sus logros deportivos, ha escalado cerros en Argentina, Francia, Australia, España, Italia e Inglaterra, sobresaliendo especialmente las ascensiones de los cerros Torre y Fitz Roy en la misma temporada (1990) y el Aconcagua en el año 1985. En los años ’90 se radicó en El Chalten, donde recorrió valles y pasos desconocidos -incluso por los pocos pobladores locales-, desarrollando nuevos circuitos que ahora son clásicos de la región. En la actualidad divide su tiempo entre Tandil, donde está radicada su familia y El Chalten, donde dirige su empresa de trekking.
En la carrera deportiva de Couch se destacan las cumbres en los cerros Mariano Moreno (1978), Fitz Roy (nueva ruta en 1984), San Valentín, San Lorenzo y el Aconcagua en la Argentina. Y particularmente la cumbre del Xixa Pangma en el Himalaya, en la primera expedición nacional exitosa. También ha hecho cumbre en montañas de Perú, Ecuador, Chile, Bolivia, Estados Unidos, Francia, Italia, Tanzania, Tíbet, India, China y Nepal. Por su dominio del francés y el inglés se dedica desde hace más de dos décadas a organizar y guiar viajes para diversas agencias de turismo especializadas en montañismo de Francia, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, Argentina, Perú, Chile, Ecuador, Nepal, India y China. Desde hace 12 años vive en San Carlos de Bariloche.
LA CUESTIÓN DE LAS REPRESAS
El plan del gobierno de realizar estas represas implica crear un embalse de 47.000 hectáreas y obtener hasta el 4,7% de la energía del sistema eléctrico nacional, y permitirá además incorporar al sur de la Patagonia al Sistema Interconectado Nacional.
En tanto que en Chile se aprobó la construcción de cinco represas en los ríos patagónicos Baker y Pascua y otras cinco más en el río Biobío (el mayor de Chile) imprescindible, según el gobierno vecino, para que el país crezca a un ritmo sostenido del 5% anual, suponiendo una fuente de energía ecológicamente viable, confiable, sostenible y poco costosa.
Por otra parte se encuentran los grupos ecologistas que bajo el lema “el agua no se vende” están en contra de la construcción de represas en toda la Patagonia, argumentando que se quebraría el frágil ecosistema, perdiéndose una de las áreas naturales más importantes de Argentina y Chile. También afirman que la intención de estas represas no es incorporar energía al sistema productivo general sino proveer a las empresas mineras que terminarían por destruir la ecología regional.
Las encuestas realizadas en Chile, consultando a todo el país sobre su apoyo a la realización de las represas, determinaron que el 74% de la población se opone a su construcción.
AGRADECIMIENTOS:
· VIVA Patagonia – Por le préstamo de kayaks y trajes secos.