POR MOIRA TAYLOR
FOTOS ERIC R. SCHROEDER
FOTOS ARCHIVO ALBERTO PÉREZ
Un arquitecto de caminos diversos. Un enamorado de la profesión, activamente involucrado en “la cosa común”. Presidente del colegio de Arquitectos de Neuquén, llegó de Buenos Aires cuando San Martín se llamaba pueblo. Bien predispuesto para el debate de ideas y buscador de nuevos caminos para interpretar la realidad, Alberto Pérez conjuga pasión y dedicación por la arquitectura. Una historia que habla del desarrollo de San Martín durante los últimos 20 años.
Alberto Pérez comenzó su carrera en Buenos Aires, relacionado principalmente con el área de la construcción. Emprendió una empresa de calefacción en la que trabajó tanto allá como en San Martín, ciudad a la que emigró en 1991. El proyecto de venir al sur, cuenta, fue familiar, mezcla de amigos (se vino junto al también arquitecto Francisco “Pancho” Amoroso) y cambio de vida.
“Tomó su tiempo. Poquito a poco fuimos trabajando más. Aquí no era fácil comenzar, éramos los nuevos, los recién llegados. No era cosa simple que confiaran en nosotros. Había menos arquitectos y también menos trabajo, pero con el tiempo, uno va conociendo y va haciéndose parte del lugar y su gente”, relata Pérez. “Con Alberto “Taco” Rey y con Pancho pusimos La Estación, un restó bar en pleno centro de San Martín. Un bar juvenil para poner un pie y empezar. Tenía muchos detalles de arquitectura y una estética pensada, algo nuevo para el pueblo. Fue una buena manera de arrancar. Luego lo vendimos y optamos por meternos más a fondo con nuestra profesión”, dice.
Pérez comenzó a armar un estudio con Amoroso, el que mantuvieron hasta 1996, cuando Pérez asumió como secretario de Planeamiento municipal. “Siempre fui muy participativo en el Colegio de Arquitectos y esto me llevó a ocupar este tipo de espacios. En ese momento incorporamos al estudio a Elvio Rocchia, quedando entonces como Amoroso-Pérez-Rocchia”. Al terminar su mandato en la municipalidad, Pérez y Rocchia se separaron de Amoroso; ambos conformaron un estudio que funcionó como tal hasta 2006. Desde entonces trabaja en forma independiente.
¿Por qué decidió ser presidente del Colegio de Arquitectos de la provincia?
– En ese rápido pantallazo de años del cual venimos hablando, hay distintas etapas y procesos. Uno de ellos, muy significativo, es mi participación como presidente del Colegio de Arquitectos de Neuquén desde el 2008 hasta hoy. La verdad es que creo que los espacios de intercambio son fundamentales. Siempre estuve relacionado con la actividad institucional, de alguna forma gremial, de defensa de la profesión. En un principio viajé mucho, principalmente a Neuquén, pero con el pasar del tiempo y la gestión, hemos podido generar que las delegaciones tomen cada vez mayor autonomía. Cada localidad tiene sus particularidades y es fundamental que las autoridades se manejen con soltura en las decisiones. Con esta perspectiva estamos tendiendo lentamente a dejar de ser centralistas para pasar a una mirada más federal de la profesión.
¿Crees que la llegada de nuevos profesionales ayudó a cambiar el estilo local?
– Con quienes trabajé y con arquitectos amigos hemos ido reflexionando mucho sobre la arquitectura local. En muchos de nosotros se desarrolló una mirada innovadora donde se admitía lo diferente, lo nuevo. Hemos realizado muchos trabajos interesantes y de muy distintas escalas.
El cliente, el destinatario o usuario del edificio, determina la arquitectura y por suerte, he tenido oportunidad de diseñar en escenarios muy diversos.
El edificio de La Abuela Goye, casas particulares como la de Martín Castañeda o la Intendencia de Parque Nacionales como encargo de un edificio público. Cada obra adquirió, por lo tanto, un perfil particular y una visual de acuerdo a su uso. A lo que me refiero es que me parece que no nos limitamos a un estilo. Todos empezamos haciendo casitas, con techitos y lucarnas: la vida después te va llevando por caminos diversos. Hoy puedo decir que he hecho muchas cosas distintas. Y eso va aportando a la ciudad. Muchos arquitectos, desde el colegio y fuera de él, comenzamos a reafirmar que hay muchas arquitecturas posibles y que no por ello se renunciaba a las características regionales. Se pueden emplear otros materiales y otras tecnologías, adaptándolas en armonía al entorno.
“LA CONCENTRACIÓN ES SUSTENTABLE”
Del 2000 al 2006 el pueblo cambió de escala. Comenzaron a haber más obras, más arquitectos y estudios que profesionalizaron el desarrollo. San Martín empezó a mostrar que el casco urbano concentraba más población. “Esta tendencia me resulta positiva. A diferencia de lo que suele opinarse, creo que es bueno que concentremos en el casco urbano y liberemos el bosque. Es más sustentable pensarlo de esa manera, los costos de servicios son menores, no se avanza tanto sobre la naturaleza y se genera otra dinámica de circulación. Me parece que ese cambio fue necesario. Esos nuevos edificios respondieron a una necesidad, lo que no significa postular que todos los edificios son buenos, pero si es muy bueno – y esto es algo muy personal- concentrar y desarrollar donde ya se viene construyendo. En este sentido San Martín está muy bien y está mucho mejor que Villa La Angostura y Bariloche. Aquí hay espacio de intercambio, hay veredas, hay pueblo. Desde el Colegio hemos discutido mucho con el municipio y otras veces acordado. Eso nos ha dado un camino recorrido, nos ha trazado un pasado que de alguna forma sirve de abono a las discusiones del presente. Igualmente siempre se seguirá trabajando en torno al desarrollo”, analiza Pérez.
¿Cómo ves la relación entre la centralidad y la periferia y de qué manera se relaciona con el desarrollo?
– San Martín, como toda comunidad, necesita una renovación, sigue necesitando modificar y ampliar el criterio constructivo en algunos aspectos. Todo sucede en el casco urbano y eso, de alguna manera, se refleja en que las tomas ilegales se asientan alrededor del casco de la ciudad, no en otros sectores. Eso es algo que hay que leer. Y en relación a eso, otro elemento fundante de esa falta de renovación tiene que ver con los valores de la tierra. Las propiedades son extremadamente altas y cualquier inversión debe contemplar que el porcentaje de participación del lote en la inversión es del 30 por ciento, el doble que en la ciudad de Neuquén. El negocio se hace más difícil y te da menos margen.
¿Y puede que esto también aporte a la falta de calidad en el producto edificado?
– Claro. Todo está en el marco de una reglamentación que lo permite. Los edificios deben entrar en un esquema de comercialización, donde los valores sean competitivos para el mercado. Esto equivale a que la ecuación sólo cierra para un tipo de producto en el que el uso de suelo y altura es al máximo. Pero el valor de la tierra es un tema que hay que analizar desde muchas aristas. No podemos desconocer que hay pobladores que están hace muchos años y que hoy ven valorizada su propiedad, teniendo gente dispuesta a pagar sumas muy elevadas, y pensar que va a bajar el precio para que el negocio lo haga otro. Es un tema para seguir analizando y discutiendo. La planificación es algo apasionante: mirar hacia adelante, preguntarse dónde va el pueblo como economía, como ciudad. Nuestra profesión responde a las necesidades urbanas y de la población y su desarrollo define nuestra práctica.
¿Qué elementos se involucran en esta realidad?
– No tiene que ver con un sólo elemento. Muchos culpan a la especulación inmobiliaria, pero no tienen que ver nada más que con eso. Hay que mirar toda la trama en la cual se teje el desarrollo. San Martín crece por donde lo mires. Los problemas surgen en el cotidiano, al mismo tiempo que los vamos pensando y tratando de preveer.
¿Y qué transformaciones advertís?
– Todo ha ido cambiando mucho. Por ejemplo la escala del pueblo. Pero también sus usos. Hoy muchos de los que vivimos en el pueblo optamos por no salir en auto a ninguna parte por el problema del estacionamiento eventual en el casco céntrico. Existe también un éxodo de la zona de la Vega y alrededores hacia el casco por comodidad, la falta de un sistema de transporte público efectivo y el problema de los ingresos en automóvil al casco, la incorporación de nuevas manos únicas en las calles paralelas a la Avenida San Martín y la eventual, creo yo muy pronto, incorporación de semáforos en el pueblo. Todos estos cambios van armando un nuevo San Martín.
LA REGLAMENTACIÓN Y LA ARQUITECTURA
“Con relación a la arquitectura, se le viene dando mucha importancia al tema de la altura de los edificios, dejando de lado otros aspectos igualmente importantes. No se está mirando la trama, la separación entre edificios, el retiro de las veredas, el verde y el aire que se puede lograr al diseñar con mayor soltura. Un buen ejemplo de esto es la ciudad de Pucón, en Chile. Allí la reglamentación permite 5 plantas, pero hay separación entre los edificios, espacios visuales que descomprimen. Esta obsesión por la altura esta ayudando a que los edificios que se construyen no sean de buena calidad, y con la mirada únicamente en el aprovechamiento intensivo del espacio. Ese énfasis en la altura esta resultando en un “mazacote de 8,5 metros”, explica el arquitecto Alberto Pérez. “Hay mucho para hablar desde lo técnico y reglamentario. Se podría pensar en liberar la altura, sin modificar la densidad de habitantes, para abrir la manzana. La ordenanza se pensó con una realidad de hace 10 años. No hay que pasarse de la altura pero dar más movilidad al diseño. Ahora están apareciendo edificios estrafalarios que realmente no aportan a la trama de la ciudad. Creo que habría que favorecer el espacio entre edificios, la creación de jardines y la penetración visual”, puntualiza.
¿Se puede, de alguna manera, explicar la relación que existe entre San Martín de los Andes y los arquitectos?
– San Martín tiene una alta presencia de profesionales arquitectos, circunstancia que es muy buena y aporta al desarrollo. En San Martín la arquitectura la hacemos los arquitectos. En otros lugares, como podría ser Esquel, no sucede igual: ahí la hacen los maestros mayores de obra. El pueblo es un poco por aquellos arquitectos que estuvieron: se definió en base a la práctica de profesionales como “Taco” Rey, Estela “Tili” Solanas, el Negro De Nicolay, entre otros muchos. A partir de ellos seguimos todos. La proporción en San Martín es, diría, de más del 50 por ciento de profesionales sobre la construcción espontánea. Por eso que desarrollar la profesión en un destino como San Martín es muy interesante. Hay intercambio de ideas, hay crecimiento profesional. El arquitecto, las necesidades, el cliente y los cambios del contexto van determinando el desarrollo. Vamos haciendo ciudad juntos. –
La nueva intendencia de Parques Nacionales
Pérez- Perusoti-Rocchia
“La obra de Parques es, de alguna manera, la que más me define. Hay una serie de detalles que fueron delineando el diseño y la mirada de ese edificio, pensado para que todo sea muy sólido y duradero. Lo característico es que los usos del edificio son los mismos que tenía la intendencia original, pero pasaron más de 40 años. Por lo tanto sigue siendo piedra, sigue siendo madera, sigue siendo vidrio, pero puesto de otra manera: hacer desde la misma base mirando con una visión renovada. Un edificio que tiene la característica de un cliente institucional, como es un edificio público, uno de los únicos encargos hecho en los últimos años. Es una de las obras públicas de la cual puedo dar fe que no se robaron nada. Y eso, vale la pena decirlo, no fue un mérito nuestro, sino de la empresa y Parques, que se comportaron como debían” (AP).
La casa de Martín Castañeda, innovadora y única en su tiempo.
“Un cliente distinto porque nos dejo hacer lo que queríamos. La hicimos “Pancho” Amoroso, Elvio Rocchia y yo. Y nos permitimos jugar con otros materiales e incursionar en una nueva mirada. Una casa con otro concepto, otra arquitectura, que utiliza chapa y elementos visuales nuevos. Ahora han comenzado a aparecer otros ejemplos de este estilo, pero en aquel entonces fue muy innovador. Creo que eso es lo interesante de la profesión: no cerrarse a un sólo camino, desestructurarse en cada obra. No digo empezar de cero cada vez, pero sí tener la mente abierta y las ideas frescas. Llenarse de la diversidad, de los cambios que suceden en el contexto y que, de alguna manera, van moldeando el desarrollo” (AP)
“En esta casa los barcos no son de papel”
“Me gustan los barcos desde siempre. Me gusta navegar y hace ya unos años que comencé a construirme un velero. Lo estoy haciendo pieza por pieza, detalle por detalle: lo dibujé y un día me animé a comenzar. Es un barco de 25 pies y lo planté en el fondo de mi casa, creo que porque estaba seguro de que después de 34 años de casados, Isabel no me echaría por esta pequeñez…Como todo loco no podía armar el taller en otro lado. He construido algunos botes antes, casi como prueba piloto de este proyecto más ambicioso. Pero sinceramente creo que mi locura pasa más por construirlo que por navegarlo. Hace tres años que comenzó este proyecto, que con calma va tomando color, color madera ya que el barco es íntegramente de terciado fenólico”, anota Pérez. Los dibujos y planos del barco enmarcan las paredes de su estudio. Y nos permiten viajar a su creatividad más allá de la arquitectura (AP).
ALBERTO PÉREZ
Dirección: San Martín 1141 – 1 º Piso
San Martín de los Andes – Neuquén
Tel. (02944) 15328853
(02972) 428444
mail: arquitectoperez03@gmail.com