LA HUELLA DEL HOMBRE

POR GONZALO PÉREZ, DOCTOR EN BIOLOGÍA

Nuestro mundo está cambiando y lo está haciendo muy rápidamente. El ritmo y el compás del cambio lo marcan, principalmente, los países industrializados. Sus fábricas, desechos y emisiones comenzaron lentamente, desde la Revolución Industrial hasta nuestros días, a modificar un equilibro orquestado. Actualmente sabemos, y con robusta certeza, que nuestras industrias, nuestro consumismo, nuestro “avance”, imprimió ayer un pulso, hoy un patrón de cambio en nuestros ecosistemas y, globalmente, en nuestro clima.

También sabemos que desde que la vida comenzó en este planeta que llamamos “nuestro”, han habido cambios bruscos, grandes extinciones, cataclismos. Los eventos estocásticos como los impactos de grandes meteoros y eventos geológicos como grandes erupciones volcánicas causaron, en tiempos lejanos, que nuestra Tierra sufriera cambios en escalas temporales drásticas, muchas veces llegando prácticamente a terminar con gran cantidad de la vida terrestre. Por esto sabemos que la biósfera tiene una gran plasticidad, que Gaia cambia, se adapta. Que la vida continúa.

Estas últimas ideas han sido muchas veces mal interpretadas e igual de veces utilizadas para justificar nuestro impacto en el medio ambiente. Sin embargo, el ser humano ha cambiado ciertas reglas y siendo parte y fruto de la naturaleza, tiene la singular capacidad de transcribir determinadas leyes que desde antaño dirigen la arquitectura del orden llamado vida.

Muchos de nuestros desechos no son biodegradables; algunos como los desechos radiactivos no son degradables. Nuestro consumo de materias primas no posee parangón en la historia de la Tierra, así como nuestro rol en el ecosistema. El impacto del hombre en otros seres vivientes es también inusual. Extinguimos especies perfectamente adaptadas sin que estas sean desplazadas por otras especies más exitosas, cambiando las leyes evolutivas. De la misma forma, permitimos que otras especies – algunas de estas modificadas por nosotros mismos- prosperen siendo débiles o infértiles en el escenario natural.

El cambio que hemos y estamos efectuando en la Tierra es profundo, es fuerte y con numerosas consecuencias, muchas de ellas incluso perjudiciales para nuestra propia existencia. Impactos económicos y sociales serán posiblemente los titulares de prensa venidera.

Ante este escenario, también estamos luchando para mitigar, predecir y paliar el cambio global. Ciento de miles de científicos, incluido muchos investigadores argentinos de diversas disciplinas, dedican su trabajo a estudiar las consecuencias del cambio climático, la disminución da la capa de ozono, la eutrofización de los cuerpos de agua y otros temas vinculados a los efectos directos e indirectos del hombre o sus actividades en la biosfera. Los estudios tienen como fin no sólo recaudar información, encontrar patrones y particularidades, sino también encontrar soluciones y modelar y diagramar un futuro promisorio donde nuestro hogar sea habitable para los seres humanos y todos los seres vivientes, tan dueños de la Tierra como nosotros mismos.

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