POR GONZALO PÉREZ, DOCTOR EN BIOLOGíA
Un grupo de biólogos y genetistas moleculares, encabezado por Diego Libkind, descubrió el eslabón perdido vinculado con la conformación genética de una levadura que se utiliza para la producción de la cerveza Lager, la típica “rubia” que se consume en todo el mundo. La hasta ahora incógnita levadura habita en los fríos bosques patagónicos y su nombre es Saccharomyces eubayanus.
Cuando la ciencia nos demuestra resultados que se mezclan con las cosas cotidianas, con nuestro día a día, es quizás donde más podemos vislumbrar su importancia y, como es este el caso, disfrutar de los futuros beneficios. Tal es la materia del descubrimiento realizado por un grupo de investigadores de Argentina, Portugal y Estados Unidos, integrado por el Dr. Diego Libkind, un joven y emprendedor investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Este grupo de biólogos y genetistas moleculares descubrió el eslabón faltante en la conformación genética de una levadura quizás desconocida por su nombre, pero muy apreciada en incognito por sus virtudes etílicas vinculadas con la producción de la cerveza tipo Lager, la cerveza rubia que más se consume en el mundo. El nombre de este personaje es Saccharomyces pastorianus y ya hace tiempo que se sabe que es un hibrido (el resultado viviente de la cruza entre dos especies o subespecies diferentes) y que uno de sus progenitores es la reina de las levaduras, la bien conocida Saccharomyces cerevisiae, levadura del pan, del vino y de muchas otras cervezas y tantos otros productos vinculados con la fermentación a alta temperatura.
Pero la cuestión es que faltaba encontrar el “honguillo donante” del restante material genético presente en la levadura de la cerveza Lager. Este progenitor le confirió la rara propiedad de poder realizar los procesos de fermentación a bajas temperaturas, una de las características que confieren las propiedades particulares de esta cerveza rubia. Pues bien, hace tiempo que investigadores de todo el mundo están tratando de resolver este rompecabezas. El premio de dicho descubrimiento conferiría el material de base, el material genético con que el proto Saccharomyces pastorianus se formó. Dicho de otra forma, oro en polvo con formas de genes que permitiría poder comprender mejor los procesos de selección humana que comenzó a sufrir esta especie en las cuevas de la fría Baviera, y posteriormente por los maestros cerveceros durante estos últimos 500 años de ciclos de reutilización y selección para obtener paulatinamente una cerveza de mejor calidad y productividad superior. Por otro lado, este pul genético natural permitiría mejorar los procesos de fermentación a baja temperatura para innumerables usos provechosos, siguiendo distintas estrategias.
Sucede que este grupo de investigadores descubrió que la levadura perdida era una levadura que habita los ambientes naturales de los fríos bosques patagónicos. Su nombre es Saccharomyces eubayanus. Cómo llegó nuestro personaje principal a tierras germanas es una historia aún no resuelta, aunque su viaje bien merecería una película de Hollywood. Quizás mucho tuvieron que ver los crecientes viajes comerciales entre el nuevo y viejo continente. Lo que sí sabemos hoy en día es que los resultados publicados en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Science, indican que la semejanza genética entre esta levadura andina y el material desconocido del híbrido en cuestión es contundente.
Este tipo de descubrimiento abre numerosos caminos de estudio con relevancia en diferentes ramas como la antropología, la genética y las aplicaciones industriales. También demuestra la invaluable importancia de las especies naturales y la conservación de sus hábitats no sólo por su diversidad genética, sino por el rol que cumplen en el funcionamiento de los ecosistemas.
Ahora bien, cuando estemos en frente de una fría cerveza de color miel y nuestra boca y garganta se preparen para disfrutar este brebaje espiritual, agradezcamos al afortunado matrimonio que dio lugar a la levadura Lager y a las propiedades conferidas por nuestro vecino microscópico andino por gentilmente donar sus preciados genes. –
PERFIL
Diego Libkind, tiene 34 años y es investigador adjunto del Conicet y docente de la cátedra de Genética de la Universidad Nacional del Comahue. Desarrolla sus actividades de investigación en el Laboratorio de Microbiología Aplicada y Biotecnología del Inibioma. Es Licenciado en Ciencias Biológicas (Universidad Nacional de Comahue, 2001, premio al mejor promedio). En el 2006 recibió con honores su diploma de Doctor en Bioquímica por la Universidad Nacional de Tucumán. Ha desarrollado estadías de investigación en reconocidos laboratorios internacionales de Portugal, Italia, Japón y Estados Unidos. Tiene publicados o en vías de publicación 44 artículos científicos y es autor o co-autor de 7 capítulos de libro. Ha presentado una patente relacionada con la obtención de protectores solares a partir de levaduras. Ha realizado 70 presentaciones en congresos nacionales e internacionales. También participó de numerosos proyectos de investigación relacionados con la biodiversidad y biotecnología de las levaduras nativas patagónicas.