TEXTOS REVISTA AIRE
FOTOS FRANCISCO BEDESCHI
Argentina cuenta con una superficie de alrededor de 160 millones de hectáreas de lo que se denomina el “pastizal templado”, divididas en cuatro ecorregiones, Pampa Húmeda, Espinal, Estepa Patagónica y Monte Bajo. A partir de la firma de tratados ambientales internacionales, nuestro país se ha comprometido a que al menos el 10 por ciento de los distintos tipos de hábitat estén protegidos de manera efectiva. TNC colabora para que la Argentina pueda cumplir con este compromiso en el caso de los pastizales templados, y lo hace a través de la consolidación de las áreas protegidas públicas existentes y la creación de otras nuevas en aquellas zonas de mayor prioridad para la conservación.
La Argentina ha asumido compromisos que certifican su intención de conseguir y lograr que al menos un 10 por ciento de los distintos tipos de hábitat estén protegidos de manera efectiva. Este porcentaje surge, por ejemplo, de recomendaciones emanadas del Convenio sobre la Diversidad Biológica y de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (CMAP) perteneciente a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). The Nature Conservancy (TNC) trabaja en asociación con organizaciones colegas y con universidades e institutos de investigación para lograr que esta proporción pueda ser alcanzada.
Las áreas protegidas permiten conservar recursos naturales de altísimo valor. En particular, la Argentina ya dedica algo más del 8 % del territorio nacional a alguna figura de protección. Para ello, el país cuenta con un Sistema Federal de Áreas Protegidas, que consiste en un sub-sistema nacional (el de Parques y Reservas Nacionales “ como el Parque Nacional Nahuel Huapi) a cargo de la Administración de Parques Nacionales (APN), y 23 sub-sistemas administrados por las provincias “ cada uno de estos, con un distinto grado de desarrollo y consolidación. A estos hay que sumarles una cantidad menor de parques y reservas municipales (como el Parque Municipal Llao-Llao), universitarias y privadas. Cada jurisdicción tiene su propia legislación al respecto “ por ejemplo, a nivel nacional está vigente la Ley 22.351 de Parques Nacionales, Monumentos Naturales y Reservas Nacionales) que de una u otra manera, manejan los espacios bajo su responsabilidad.
En el caso particular de la Patagonia, si se pudiera observar un mapa desde el aire, se verificaría hacia el Oeste, que hay una franja con algo más de un 35 por ciento de la superficie abarcada por los bosques de la región Andino Patagónica (aproximadamente 7 millones de hectáreas) bajo algún sistema de protección. Ese valor desciende abruptamente hacia el Este, en las zonas de la Estepa Patagónica y el Monte Bajo, a un nivel que no supera el 2 % y para aquellas áreas protegidas que están bajo lo que TNC denomina Conservación Efectiva: la que ocurre cuando se espera que la biodiversidad del lugar persista como resultados de acciones de conservación. Técnicamente, esta situación bien podría definirse como un “vacío de protección” cercano al 8 por ciento.
Si mantenemos esa perspectiva en la observación del mapa, se puede ver que las áreas protegidas de pastizal se concentran en una pequeña franja hacia el Este, en la región de la costa atlántica. Esto sucede básicamente por la presencia de congregaciones de mamíferos y aves marinas costeras que generan una gran atracción turística en toda esa región. Muy pocos parques y reservas se encuentran hacia el interior de la Patagonia, aunque las excepciones están constituidas por áreas de excepcional belleza y enorme valor de biodiversidad, tales como el Monumento Natural Bosques Petrificados (futuro Parque Nacional Bosque Petrificado de Jaramillo), o el Parque Nacional Perito Moreno, ambos en la provincia de Santa Cruz
Estas áreas, de jurisdicción nacional, están siendo bien implementadas por la APN. A nivel de jurisdicciones provinciales, la Provincia de Rio Negro, por ejemplo, procura proteger la Meseta de Somuncura, que comprende un espacio de más de tres millones de hectáreas sumamente complejo de administrar. Por ello, TNC está en contacto con el Servicio de Áreas Naturales Protegidas de Río Negro “ y con otros actores- , a los fines de determinar el porcentaje de dicha totalidad que se encontraría bajo conservación efectiva y de qué manera podría asistir en la consolidación de los esfuerzos de protección que allí lleva adelante la provincia.
Las estrategias de conservación de la biodiversidad, pastizales patagónicos incluidos, implican comprender dos universos que muchas veces interactúan en un mismo espacio, el privado y el público. El esfuerzo que se requiere para alcanzar el estándar mínimo del 10 % de conservación efectiva de los pastizales patagónicos (Estepa y Monte Bajo) es muy grande, y eso se percibe claramente cuando se considera el área cubierta por estas dos ecorregiones en el país. En conjunto se trata de cerca de 90 millones de hectáreas “ lo que hace que el mínimo aceptable de protección alcance 9 millones de hectáreas. Obviamente, no se espera que ese vacío sea cubierto solamente con áreas protegidas públicas, y por eso TNC trabaja con el fin de involucrar al sector privado en acciones de conservación y de desarrollo ganadero sostenible, que contribuyan a reducir rápidamente el vacío de protección antes mencionado.
Además de colaborar a la consolidación de las áreas protegidas existentes, TNC procura promover la creación de nuevas áreas. Para ello, y en colaboración con la APN, la organización Wildlife Conservation Society (WCS) y un conjunto de científicos de toda la región, realizaron un ejercicio de priorización que permitió identificar los sitios de pastizal que deberían ser protegidos por su alto valor en biodiversidad. Este ejercicio dará como resultado un mapa de sitios prioritarios que estará listo en la próxima primavera.
La estrategia a seguir en pos de lograr la conservación de la mayor cantidad posible de estos sitios, dependerá de si estos se encuentran en tierras privadas o en terrenos fiscales. Si se tratara de terrenos fiscales, cada provincia podría crear allí una nueva área protegida. Esto varía de jurisdicción en jurisdicción, ya que no todas las provincias patagónicas tienen la misma cantidad de tierras públicas. En la mayoría, la estrategia implicará sí o sí, acordar con los propietarios privados para establecer áreas de conservación privadas, creando corredores biológicos, zonas de amortiguación a áreas protegidas públicas, entre otros, sin que esto implique cambiar el dominio.
Cuando la tierra está en manos privadas, primero es preciso determinar si se encuentra bajo algún tipo de proceso productivo y, en caso de estarlo, si la producción es o puede ser sostenible. Luego, y teniendo en cuenta lo que supone trabajar con un propietario privado, pueden realizarse propuestas y sugerencias de alternativas e incentivos que promuevan la conservación voluntaria de las tierras más valiosas, o la incorporación de elementos de biodiversidad y agua dulce a planes de manejo productivos que sean sostenibles.
Una de las mejores opciones es establecer corredores en donde se sucedan sectores protegidos a distintas escalas – áreas protegidas nacionales, áreas protegidas provinciales y reservas privadas- que contemplen una zonificación del área. Esta zonificación puede abarcar desde sitios intangibles, áreas de amortiguación y zonas de uso múltiple, las cuales contemplan no sólo las necesidades de conservación, sinó también el aprovechamiento sostenible de las áreas vecinas.
El aumento de la superficie protegida pública es un objetivo destacado de la acción de TNC en la Argentina y es por ello, que desde su instalación en el país, colabora con el sector público para consolidarla y aumentarla de manera de ayudar a que el país cumpla los compromisos asumidos y se transforme en un ejemplo para toda la región. –
El valor de proteger
La protección y el cuidado del medio ambiente son actividades que tienen un inmenso valor en sí mismas. Pero no se trata sólo de valores espirituales. Las áreas protegidas conservan ecosistemas que prestan un enorme servicio a la comunidad, protegen bosques, cuencas, suelos. Sus efectos se pueden medir también en cuanto a lo que aportan en términos de dinero ,. Se trata del valor de los servicios ecosistémicos mundiales del capital natural. En 1997, un artículo aparecido en la revista Nature, calculó a cuánto ascendía el valor de los servicios ecosistémicos por hectárea y por año que ofrece un pastizal.
En relación a los distintos biomas a nivel mundial, estableció 17 servicios ecosistémicos para los ambientes de pastizal (la zona en la que trabaja TNC), el valor total de los servicios por el ecosistema era de aproximadamente 230 dólares por hectárea por año (el valor corresponde al promedio de pastizales arbustales y semidesérticos ubicados a lo largo de un gradiente amplio y de distintas condiciones ambientales, que en este caso coinciden con los que existen en la región) El número, que puede calcularse periódicamente, cambia de acuerdo al deterioro que existe en el terreno.