Se vino el estallido :: FACUNDO AGUDÍN

Algunas explosiones marcaron la tónica del 2011 patagónico. Energía y fuerza por doquier, la esperanza de tranquilidad queda postergada por un buen tiempo. Afortunadamente, además de las volcánicas, hubo también detonaciones a una escala más humana y en consonancia con nuestra vida de todos los días. Durante el fin de semana del 19 de septiembre, El Bolsón, Villa La Angostura y Bariloche pudieron disfrutar de las presentaciones de la Sinfónica Patagonia de la Universidad Nacional de Rio Negro. Bajo la dirección artística del Maestro Facundo Agudín, 110 músicos deleitaron a su público con La pregunta sin respuesta de Charles Ives, Siete danzas folklóricas rumanas, de Bela Bartók, las suites I y II de la ópera Carmen de Georges Bizet para culminar con danzas del ballet La  Estancia, de Alberto Ginastera.

La orquesta, conformada por jóvenes rionegrinos de entre 12 y 35 años aproximadamente, comenzó en el 2009 con 55 músicos. Violines, clarinetes, violoncelos, violas, flautas, contrabajos, cornos, oboes, timbales, fagots, trombones, piano, arpa, se reúnen dos veces al año para recorrer y llevar su música a las distintas zonas de la provincia. Los jóvenes becarios cuentan, durante los dos workshops anuales de la Sinfónica, con ensayos parciales y clases junto a 16 profesores, solistas de las más importantes orquestas de nuestro país. Rescatando y potenciando el esfuerzo que muchas familias, instituciones y grupos realizan para iniciar a los más chicos en la música, la orquesta ofrece una continuidad y proyección que hasta ahora nadie vislumbraba. “Si bien todavía no contamos en la zona con una escuela con diez o quince materias introductorias que permita a los niños prepararse para poder ingresar a los 17 años en un proyecto de formación universitaria, esperamos que este primer paso de formar una orquesta actúe como campana de resonancia lanzada al mar. Ya que si bien tanto La Llave o Cofradía en Bariloche, como el INSA en General Roca son pulmones claves desde donde salen muchos jóvenes preparados, falta todavía una masa fuerte que opere como base para sostener un proyecto de formación académica”, cuenta Facundo Agudín, agregando que la meta original consistía, y aún consiste, en una carrera de grado en Música que actúe como trípode con las de Teatro y Medios Audiovisuales que actualmente ya se están dictando en la universidad.

Con una amplísima trayectoria internacional, Facundo Agudín es actualmente también director artístico y musical de la osj symphominc.Net Esto ha creado un celebrado puente entre los jóvenes rionegrinos y la actividad europea. Y así como hoy se encuentran cuatro becarios de rionegrinos estudiando en Europa, al concierto de septiembre vinieron, para participar como profesores de todos los instrumentos, músicos de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, de la Sinfónica de Bahía Blanca, de la de la Fundación del Banco Provincia de Neuquén  y de la Camerata Bariloche. También un solista de la Orquesta Sinfónica de Jura, como el primer violín Giovanni Barbato. Un lujo desde donde se lo mire, pero en especial para los un poco golpeados habitantes de esta zona cordillerana. También resulta muy gratificante escuchar, que si bien en Europa la gente está más habituada y organizada, en el sur argentino pueden apreciarse todavía “una ambición de proyectos, unas ganas, y una cultura viva no siempre fáciles de encontrar hoy en Europa”. Además de la formación musical este proyecto apoya los talentos individuales otorgando premios al talentoy brindando facilidades para la compra de distintos instrumentos por parte de los jóvenes músicos.

En Bariloche, el concierto se realizó en un Gimnasio Municipal Nº1 repleto de gente de las más variadas edades y procedencias barriales. “La música genera en una comunidad olas inesperadas: encuentra caminos, abre ojos y oídos. La música sinfónica en vivo posee una gran fuerza transformadora. Considero que cada profesión tiene que ser puesta en contexto, debe tener sentido, misión e impacto. Sólo así puede generarlazos que si bien no son organizables ni predecibles, son absolutamente reales e  inmediatos, y pueden volverse un factor de cohesión social extraordinario”, continúa Facundo Agudín, que rebosa de energía y dinamismo no sólo en escena sino también en la vida cotidiana. La misma potencia que se apreció en el concierto y que no podemos no comparar con la erupción del Puyehue. Él dice que no le gusta hablar de las cenizas sino que prefiere la imagen del volcán, como símbolo de esa resonancia transformadora en que puede convertirsela experiencia musical.  En este caso nuestra vida de todos los días también se ha visto transfigurada, pero en algo exponencialmente más bello, con más sentido y esperanza. Por la música, por los jóvenes con oportunidades, por una comunidad que también se reúne y disfruta. ■