Desafíos y oportunidades de la viticultura heroica

Cuando hay un objetivo, la línea que separa lo imposible de lo posible, se desdibuja. Hay vinos que son verdaderos “milagros”, por las condiciones extremas en las que se encuentran los viñedos que les dieron origen. Cultivar esos viñedos es una práctica llamada “viticultura heroica”. En esta nota, nuestra columnista Anabella Alcuaz, nos devela algunos de sus secretos.

Una de las mayores atracciones que me despierta la industria del vino es su dinamismo. Gracias a la pasión y el espíritu de búsqueda de muchos productores , se siguen conquistando nuevos lugares que no habían sido plantados hasta ahora y se sigue probando suerte con nuevas variedades de uva. Otra de las tendencias actuales, tal como está sucediendo en España, es poner en valor añosas vides que habían sido abandonadas. En parte, debido a la fragmentación por herencia y la consecuente migración de las nuevas generaciones a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida.

Decimos que hay vinos que nos emocionan. Aquellos que son especiales porque apelan a nuestros sentidos y nos cuentan la historia de su origen, la cultura y la gente que los elabora. Muchos de estos tesoros vínicos provienen de lugares extremos, con características geográficas muy complejas donde la mecanización no es posible. Esto los convierte en “vinos heroicos”. Son lugares y paisajes épicos que nos dejan boquiabiertos. Algunos ejemplos son los viñedos “aterrazados” en Rivera Sacra en España y los viñedos de Porto en Portugal. Este último, incluso, fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad.

Para que el cultivo  sea definido como heroico –según la comisión técnica del Centro de Investigación, Sustentabilidad Ambiental y Desarrollo de la Viticultura de Montaña (CERVIM)-, tienen que darse al menos tres de estas condiciones: los viñedos deben estar ubicados como mínimo a 500 m.s.n.m; deben encontrarse en terrenos con inclinaciones mayores al 30%; las vides deben estar aterrazadas o encontrarse en pequeñas islas con condiciones de cultivo difíciles.

En Argentina, también se practica la viticultura heroica. En Colomé, Salta, por ejemplo, los viñedos se encuentran a 3000 m.s.n.m., expuestos a los extremos climáticos de máxima radiación solar y calor durante el día y considerables heladas por la noche. Los desafíos pasan por establecer un sistema de riego, llegar allí con las provisiones y la mano de obra especializada para las tareas en el viñedo y mantener suelos muy rocosos susceptibles de erosión.

Otra connotación de hazaña que nos evocan los viñedos extremos, es el impacto económico que esta tarea heroica tiene en áreas rurales o insulares. En América Latina, hay muchos parajes remotos donde sus pobladores tienen pocas opciones de desarrollo socio-económico. La contratación de mano de obra local para realizar tareas culturales en el viñedo como la poda y la cosecha por ejemplo, aporta valor y son una oportunidad de especializarse.

Brindo por la pasión y el espíritu de búsqueda de los hombres y mujeres de la viticultura, que nos permiten disfrutar de vinos que son verdaderas proezas.

Por Anabella Alcuaz (WSET Diploma)

www.patagoniavinos.com.ar

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