POR ANABELLA ALCUAZ
“No es fácil producir vinos que resalten las cualidades de la uva. Es mucho más difícil.”
Con la espontaneidad y simpatía que lo caracteriza, disfrutamos de una linda charla con Mauricio Lorca, enólogo y propietario de Bodega Lorca.
¿Cómo nace su pasión por el vino?
– Habiendo nacido en Rivadavia, no era difícil estar todo el tiempo en contacto con el vino. El problema era que los enólogos no eran reconocidos como “hacedores de vinos” y por ese motivo había poco interés. En realidad yo tenía definido estudiar Medicina. Hasta tenía todo aprobado para el ingreso. Pero un día alumnos de la Universidad Don Bosco nos ofrecieron una charla a los alumnos de último año del secundario, una especie de presentación sobre la universidad, la carrera y todo lo relacionado con “hacer vino”. Quedé enamorado de los laboratorios, los microorganismos, los viñedos y decidí ese mismo instante estudiar la Licenciatura en Enología. Siempre hay un golpe de suerte en la vida y para mí fue ese: me volví fanático y apasionado y hoy puedo disfrutar trabajando en lo que me gusta. Es una oportunidad única y realmente lo agradezco cada día.
¿Podríamos decir que parte de su filosofía como enólogo es la exaltación de la fruta?
– Esta filosofía nace luego de tener oportunidad de conocer el mundo de los vinos, cuando viaje las primeras veces a la Feria de Londres y nos encontrábamos con otros colegas. La idea era siempre conocer qué hacían los demás países y así entender porqué les iba bien en los mercados internacionales. De esas degustaciones aprendí que todos países tenían vinos muy buenos y vinos malos y que era difícil encontrar fruta madura. Normalmente los vinos eran complejos pero poco expresivos: la madera los cubría dejando poco espacio para la expresión varietal. Así fue como vinificando en Argentina, viendo los niveles de fruta que teníamos, entendí que si desde nuestro país podíamos ofrecer algo similar, esa era la gran oportunidad ya que no es fácil producir vinos que resaltan las cualidades de la uva. De hecho, lo creo mucho más difícil. Entonces comencé a diseñar un proyecto en el que lo más importante iba a ser la fruta y en el caso que llevaran madera, la idea era que no fuera más que un aporte de complejidad. En el camino aprendí mucho. Por ejemplo que la madera era demasiado importante para los consumidores. Entonces tenía que defender mucho la posición, explicando que la madera nunca debía definir la calidad del vino sino que el vino, por sí sólo debía mostrar su calidad para luego tener diferentes oportunidades de guarda y así diferenciarlo. Fue un camino largo pero finalmente gratificante. De a poco, los vinos han ido creciendo y hoy estamos en una etapa de expansión muy positiva.
¿Cómo evalúa la aceptación en los mercados de su línea Opalo, un vino Premium sin madera? ¿En qué mercados se destaca?
– Opalo fue, de alguna manera, el vino por el que toda la gente de la industria me conoció. Actualmente el vino se vende bien y cada vez mejor, ya que sigue siendo uno de los pocos vinos con esta característica: Inglaterra, Alemania, Suiza, Dinamarca, China, México, Puerto Rico y Canadá lo compran bien. Además, hay que agregar lo que se vende en Argentina. Para mí es un logro haber posicionado una línea como ésta sabiendo que el mercado pedía otra cosa.
¿Qué políticas adopta la bodega en relación a los recursos humanos?
– Actualmente Bodega Lorca cuenta con la certificación ISO 22.000, lo que nos ha permitido crecer en forma armónica bajo el parámetro de una norma de calidad que engloba la inocuidad del producto que elaboramos y la calidad de gestión tanto en el servicio hacia nuestros clientes como en la administración interna. Contamos con un staff de gente muy bien formada y capacitada, que resuelve todos los días cómo seguir adelante. Tenemos empleadas a unas 30 personas en las diferentes áreas de la empresa. Como política de Recursos Humanos creo que estamos a la vanguardia en Argentina: somos una empresa pequeña y, por ejemplo, hemos decidido adoptar una obra social privada para todo el personal, pagamos por sobre el convenio a las personas que están dentro y ofrecemos un muy buen clima laboral, buscando maximizar los recursos individuales y el futuro de cada una de las personas.Personalmente tengo la convicción que una empresa sin gente no es nada, sólo un medio jurídico para funcionar que no genera ni aporta a la sociedad. A las empresas las construyen las personas y por eso es que debemos cuidar cada uno de aquellos empleados que se han comprometido con el proyecto. Tengo el sueño de llegar a construir una bodega de renombre que, por sobre todas las cosas, ofrezca más empleo y genere mejor bienestar para las personas que están dentro de ella y a los proveedores asociados. Hoy ya tenemos trabajando algunos hijos de los mismos empleados que comenzaron, circunstancia que me llena de orgullo ya que significa que hemos podido conservar gente valiosa.
¿Hacia dónde se dirige la Bodega Mauricio Lorca en el contexto nacional e Internacional?
– La bodega hoy se desarrolla en forma armónica tanto en Argentina como en los mercados internacionales. La realidad es que no podemos superar el 15 por ciento en las ventas del mercado domestico ya que las exportaciones van traccionando muy bien. En el mercado externo estamos poniendo los pilares de la empresa en cinco mercados que pensamos como estratégicos y a los que suponemos serán los más importantes: Canadá, Estados Unidos, Brasil, Inglaterra y China. Con China comenzamos a trabajar el año pasado y vemos un desarrollo brutal que nos puede ayudar mucho ya que los chinos, actualmente, están aprendiendo mucho y valoran los grandes vinos sin prejuicio del país de origen. Si bien Francia está bien posicionada, están descubriendo que nosotros podemos hacer vinos iguales o mejores a precios muy inferiores. Otros países con los que operamos bien y estamos creciendo son Alemania, Suiza, Polonia, Dinamarca, el Líbano, Bahrein o Dubai. También Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Al mismo tiempo evaluamos opciones para comenzar a desarrollar una marca global y posicionar la marca Lorca como una bodega importante de Argentina.
¿Cómo ve hoy la industria vitivinícola argentina?
– La industria está bien y tiene grandes oportunidades ya que estamos trabajando de una forma excelente. Falta mucho todavía para alcanzar la plenitud y esto es lo atractivo. Argentina tiene una gran ventaja y es el clima: los vinos son buenos, tienen buena fruta, taninos suaves y son fáciles de tomar. Por lo tanto es cuestión de tiempo que el consumidor nos vaya descubriendo para llegar más lejos de lo que estamos. Para crecer tenemos que quintuplicar nuestras exportaciones y todavía quedan muchos años de trabajo y esfuerzo. Es una industria regional maravillosa en la que la mayoría de lo que se exporta es valor agregado con la marca Argentina.Cuando uno piensa qué otro producto con la marca Argentina hay en el mundo, no es fácil encontrar uno. Siempre hemos centrado nuestros ingresos como país en commodities que dependen de factores externos y no reparten nada. El caso de la industria vitivinícola es distinto: tenemos productores de 5 hectáreas integrados y también proveedores de diversas actividades (etiquetas, botellas, cajas, fletes, contratistas). De acuerdo a mis cálculos, la industria del vino embotellado redistribuye la facturación en más del 90 por ciento entre todos los gastos y costos asociados. Por ejemplo, estamos dando casi 100 jornales por hectárea de trabajo. Y los trabajos son descentralizados, ubicados en lugares rurales, con gente que se siente orgullosa de lo que hace. Por todo esto entiendo que es una industria progresista que ha logrado sortear los problemas económicos del país y sobrevivir. Ahora, con el contexto económico actual, lo veo muy difícil: es muy complicado mantener los costos bajos y poder seguir abasteciendo un mercado que al país le ha llevado muchísimos años de trabajo desarrollar. Argentina es un país productor de commodities. Entonces una industria regional como la del vino debería tener políticas diferenciales ya que en su mayoría exporta valor agregado. A manera de ejemplo es posible señalar la retención el 5 por ciento que golpea muchísimo al flujo que supone este negocio, en el que siempre estamos invirtiendo a largo plazo. El otro punto importante es el IVA de exportación: a empresas como las nuestras, que tienen un mercado local pequeño, les resulta muy difícil recuperarlo. De alguna manera terminamos pagando intereses altísimos a los bancos, los únicos que en definitiva se benefician con esta situación: a ese dinero perfectamente lo podríamos utilizar para continuar con el desarrollo normal de la bodega. De a poco vamos perdiendo competitividad. Hoy nos encontramos con una Argentina que llegó a crecer a tasas cercanas al 30 por ciento, pasó a crecer casi cero el año pasado y este año exportaremos vino embotellado en cantidades inferiores al 2011, incluso. ■