POR ANABELLA ALCUÁZ
Piero Incisa della Rocchetta, de Bodega Chacra
La cita con Piero Incisa della Rocchetta, propietario de la Bodega Chacra, esta vez no fue en la Patagonia, sino en el espectacular Palacio Duhau. Amable y distendido aclaró antes de comenzar la entrevista que en Bodega Chacra no había “secretos”. Su discurso abierto y sereno nos transportó rápidamente al terruño y las vides de Mainqué, a su gente y sus vinos.Con cuna de viña y roble, Piero pertenece a una familia de gran tradición y estirpe en el mundo del vino. Su abuelo fue el creador de los primeros Supertoscanos, los vinos de Sassicaia en Bolgheri, Italia. Desconozco si este espíritu pionero y apasionado se hereda. Lo que sí está a la vista es que Piero tuvo el coraje de plasmar su sueño, de asumir el desafío y hacer sus propios vinos, nada menos que con la difícil cepa Pinot Noir, en la recóndita Patagonia.
¿Qué características se destacan en los vinos de la nueva cosecha?
– La cosecha 2011 es, posiblemente, la mejor de las producidas hasta ahora. Conservamos siempre el mismo estilo de vinos, con bajo grado alcohólico, y logramos mayor concentración sumado a una estructura más pronunciada.Desde 2010 en adelante todos los Chacra 32 van a tener dos años de barrica. No queremos que el consumidor haga el esfuerzo de guardar los vinos, quisimos hacerlo nosotros en la Bodega. En 2012 sale al mercado el Chacra 2010, igual que el Mainque Merlot 2010. El Merlot lo encuentro particularmente bueno: demuestra la evolución del terruño de Bodega Chacra. Llegamos a un punto en que pudimos limpiar la tierra, cambiar la poda, aumentar la superficie de la canopia. Hoy tenemos un metro más de hojas por planta. Hemos alcanzado un sistema muy balanceado entre la carga y el estado fisiológico de la viña. Con ese equilibrio vi una gran transformación en el nivel de tipicidad que están demostrando los vinos de Chacra.
¿Hacia dónde mira la Bodega Chacra en el mediano plazo?
– Nuestro desafío sigue siendo mejorar la calidad del trabajo agrícola para promover la biodiversidad que tenemos en Patagonia, donde hay viñas viejas, de selección Masal, que son únicas en mi opinión. Tenemos que seguir explorando y estar siempre atentos para poder entender e interpretar la variación de los años e intervenir lo menos posible, pero cuidando la viña. Eso significa siempre un desarrollo de los empleados de la bodega, del agrónomo. También se traduce en la filosofía de fermentación. Chacra es una bodega que sigue reinvirtiendo, como lo hizo hasta ahora con gran esfuerzo de los socios. La tratamos un poquito como un equipo de Fórmula Uno: hacemos siempre mucha investigación. Un mayor entendimiento nos permite evolucionar. Continuaremos con la misión de capturar en una copa, lo que sucede durante 365 días en un lugar donde hay una biodiversidad muy interesante.
¿Cómo cree que ha evolucionado el consumidor argentino en cuanto a la aceptación del Pinot Noir?
– Cuando llegué a la Argentina encontré muy pocos Pinot Noir en las cartas de los restaurantes. Hoy veo una presencia mayor de esta cepa, ya sea que provengan de Mendoza, Río Negro o Neuquén. Es una cepa que está creciendo tanto en el mercado nacional como internacional. En Estados Unidos, particularmente, creció mucho más que otras cepas tradicionales. El Pinot Noir no ocupa un segmento de mercado de gran consumo. Una vez escuché a un señor francés muy importante decir que beber Pinot Noir era la última evolución del paladar de una persona y que era la cepa más intelectual de todas: si está bien hecho, hay que parar todo y escuchar tu paladar y tu cerebro para poder verdaderamente estar en ese momento y explorar toda su tipicidad, que se traduce en una delicadeza que es única. Desde un punto de vista convencional, muchos consumidores esperan que el vino les entregue una expresión muy fuerte de fruta. El Pinot Noir representa lo contrario, tanto que tenemos clientes en el mundo que ya llevan tres generaciones tomando Pinot Noir. Además, para un sommelier es mucho más fácil recomendar un Riesling o un Pinot Noir para poder maridar los distintos platos de los comensales. Son muy pocas las cepas que pueden ser tan versátiles.
¿Cómo ve la Patagonia en cuanto a su importancia como región vitivinícola en la Argentina?
– Pienso que si miramos la edad de las viñas más viejas en Patagonia, esto lo dice todo. Tiene tanta importancia micro climática y a nivel terruño como cualquier otra región vitivinícola de la argentina. Podemos dividir la Patagonia en dos: Rio Negro y Neuquén. Son realidades completamente distintas, pero sinérgicas a la vez. Pienso que Neuquén, por su gran producción, aportó mucho, aunque la “Patagonia histórica” está representada por Río Negro. Vista desde el exterior, la Patagonia tiene un aspecto romántico muy atractivo. Tiene un potencial increíble. Tengo muchas ofertas por año de grandes productores del mundo que quieren venir a hacer vino con nosotros a la Patagonia.
¿Cree que la Argentina debe trabajar más en comunicar sus regiones o sus varietales?
– Es una cuestión muy interesante. Es importante poder implementar Denominaciones de Origen (DO) en la Argentina, más allá de las regiones. Esto le permitiría al productor seguir trabajando en la calidad de sus vinos. Es la única condición posible para un futuro serio, estable, donde se puede construir y plasmar las particularidades de un terruño. Pienso que con el tiempo, si la moda cambia un poco y volvemos a la tipicidad y a sacar un poco el maquillaje al vino, podemos distinguir catando a ciegas la procedencia de cada vino. Es otro el valor. Hay que promoverlo, porque lo que tenemos en la Argentina es único. Si se utiliza en otros lugares hace más de 200 años, ¿por qué no hacerlo nosotros? En mi opinión la creación de DO geográficas como se hace en Europa ayudará enormemente a este país a desarrollar la tipicidad y la calidad. Catalogar a la Argentina sólo con el Malbec es casi contraproducente porque todo es bueno aquí. Tenemos de todo: altitud, planicie, desierto. ¿Por qué limitarse al Malbec?. Hay que promover toda la complejidad del terruño. En mi opinión a largo plazo sería fantástico despertar el interés de los mercados en toda la panoplia de cepajes que tenemos. Esto no se encuentra en muchos lugares del mundo.■