El sonido y la furia :: VOLCÁN TRONADOR

TEXTO Y FOTOS FRANCISCO BEDESCHI

El Tronador es la “montaña” más alta de la región aunque en realidad se trata de un volcán dormido. Su latencia es también parte de su belleza, de su desafiante imprevisibilidad. Tiene tres picos, el Internacional, el Argentino y el Chileno y el primero en domar su cumbre fue Germán Claussen en 1934. Pequeña crónica de un fragmento de la eternidad.

Aunque se lo conozca y figure en los mapas como “cerro” o “montaña”, el Tronador (3.454 metros) es un volcán dormido desde hace más de diez mil años, un volcán dormido que en cualquier momento puede despertar y derretir los inmensos siete glaciares que cuelgan de sus paredes. Dominador de las alturas -sólo superado en la zona por el volcán Lanin (3.776 metros)-, tiene tres picos: el Internacional, su máxima altura y que también oficia de hito natural, marcando el límite fronterizo con Chile, el pico Chileno al oeste (3.320 metros) y el pico Argentino (3.200 metros) del lado argentino.Su nombre se sede al rugir de sus seracs (pedazos de hielo) que caen de los glaciares colgantes. El primero en describirlo fue el misionero jesuita Miguel de Olivares, en los cruces que hacían lo curas desde Chiloe hasta el Nahuel Huapi en el año 1700. Esta montaña es el emblema del Parque Nacional Nahuel Huapi en Argentina y también del Parque Nacional Pérez Rosales en Chile. La totalidad de sus laderas están protegidas y es un atractivo turístico muy importante, sobre todo para Argentina, ya que por este lado se encuentra el camino a Pampa Linda, distante dos horas de Bariloche, por donde acceden la mayoría de los turistas.Este volcán, durante la primera década del Siglo XX, también fue la gran atracción de los escaladores que llegaban de Europa. Quien primero se tentó con su inmensidad fue Federico Reichert, considerado el padre del andinismo argentino, que luego de cinco intentos infructuosos le cedió la gloria a Germán Claussen, el primero en ascender, en solitario, el Pico Internacional el 29 de enero de 1934.
Las crónicas cuentan que Claussen hacía más de quince años que coqueteaba con la idea del Tronador. Luego de los fracasos de Reichert y de Otto Meiling, el 25 de enero, desde el lago Gutiérrez, Claussen partió rumbo a Pampa Linda, desde donde comienza la trepada hacia los glaciares. Durmió en una cueva ubicada cerca de donde actualmente se encuentra el refugio Meiling y el 29, con buen clima y luna llena, comenzó el ataque final a la cumbre del Pico Internacional: atravesó el famoso “Filo de la Vieja” por la ruta normal a la cumbre y en la “depresión” que existe entre los picos Internacional y Argentino, se preparó para consumar su hazaña. Revisó sus botines una vez más, para poder fijarse al hielo traicionero, e intentó ir directamente a la cumbre, pero una peligrosa caída de rocas lo obliga a cambiar de ruta. En ese punto decidió “tirar” una diagonal por una pared nevada y muy empinada; sólo, sin “seguro” ni compañero de cordada, el intrépido Claussen, a fuerza de piquetazos, fue haciendo una escalera en el hielo para circunvalar el acceso a la cumbre. Como si fuera poco el tremendo esfuerzo solitario, comenzó a caer la noche. Su cansancio se agudizó. Finalmente Claussen logró la ansiada cumbre y su ruta pasó a llamarse “la travesía de Claussen”. Cerca de las diez de la noche, luego de casi veinte horas de ascenso, coronó la majestuosa cumbre, esa a la que ningún hombre había llegado. El propio Claussen lo contó así: “Ahí están el lago de Todos Los Santos y el Llanquihue, y más lejos el Puyehue… En lontananza el Océano Pacífico parece sumergido en la bruma… Hacia la Argentina se ve el Nahuel Huapi… ¿Y aquel resplandor? …Sin duda ha de irradiar San Carlos de Bariloche…”.Claussen esperó la salida del sol en la cumbre. Sin carpa y sin comida. Con las primeras luces, tomó algunas fotografías testimoniales y dejó en la cumbre una madera con su nombre y la fecha. Regresó por su “travesía” y llegó a Pampa Linda el 31 de enero. El 1º de febrero subió otra vez a la cueva para encontrase con el doctor Juan Neumeyer. Viajó hacia el Oeste y descendió al Nahuel Huapí por el brazo Tristeza. Recién el 4 de febrero llegó a Bahía López, donde se encontró con Emilio Frey y Otto Meiling. Todos partieron rumbo a Bariloche para festejar la conquista.Hoy las ascensiones son menos glamorosas, aunque atacar la cumbre del Pico Internacional en verano sigue siendo peligroso: hay menos nieve y aumenta el peligro de caídas de piedra. Pero el Tronador sigue allí, encandilando a todos los que visitan la región. Llegar a cualquiera de sus tres picos es una experiencia única. Después y naturalmente, la vida y la relación con la montaña jamás volverán a ser como antes. ■

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