Vertiente: un café, un lugar para encontrarse y compartir

#Gastronomía

TXT: Cintia Soldatich
PH: Martín Crosta/Aire.life

Cuando uno pasa caminando por la calle 20 de Febrero, frente a la plaza Belgrano, se encuentra con una pizarra en la que día a día se comparte una frase, una pregunta o una idea que invita a la reflexión. Ese es uno de los sellos de Vertiente Café Con Ideas. Helen Cowan, dueña del lugar, repasa estos años de descubrimiento en la gastronomía y de sinergia con proyectos que confluyen en un mismo lugar: comida, arte, diseño, un poco de coaching y por supuesto, café.

Cuatro años atrás, este lugar era un restaurante tradicional de Bariloche:  “Kandahar”, que luego se convirtió en café, pero que sus dueños no querían continuar más. En paralelo, Helen estaba haciendo un curso de Coaching Ontológico en Chile y, sin saberlo, estaba escribiendo su futuro en un anotador.

 En un ejercicio de Coaching me preguntaron “¿Cómo me veía en cinco años?” Y yo anoté un sueño: teniendo un cafecito o un bed & breakfast.

El destino, confabuló para que sólo unas semanas después firmara la compra del fondo de comercio de Vertiente. Con un poco de temor por la falta de experiencia en el rubro se preguntó “¿Qué puede ser lo peor?” y la respuesta fue: “cerrarlo”. Hoy, ya cuatro años después, se mantiene al frente y a flote, y es uno de los lugares más visitados  tanto por locales como por turistas en el centro de Bariloche.

En la cocina se encuentran Javier Benavidez, a cargo de la parte salada, la parte dulce la hacen Helen y Sissy Vorgic, quien está desde el principio en Vertiente. Y otra parte de la columna vertebral es Leticia Jerez, que trabajaba en Kandahar, es quien ayuda a poner orden a la cocina, maneja los tiempos y prepara todos los jugos naturales.

Los amantes del desayuno no pueden perderse la “carta de huevos” – un menú especial para comer huevos de distintas maneras: revueltos, fritos, con panceta, en tostada con palta, huevos benedictinos, huevos duros, omelette o simplemente como lo dicen ellos “huevos como quieras”. Estos huevos provienen de una granja local de gallinas libres, sin jaulas ni maltrato animal.

Además, cuentan con sándwiches, ensaladas, tartas y bruschetas y cada mediodía hay un plato central, que rotan constantemente para que los habitués que suelen ir almorzar en horario de oficina, coman bien y variado. Es que Helen, los cuida mucho: “hay personas que vienen todos los jueves, entonces no queremos que coman siempre lo mismo. La idea es que coman bien y variado”.

Complementando el lado gastronómico, el leitmotiv  de este espacio es tratar de cumplir las ideas de todos los involucrados y de sumar todo lo posible, en palabras de Cowen: “Las ideas son de todo tipo no sólo gastronómicas, creo que esa es la magia de este lugar, es un ambiente en donde podés venir a plantear lo que quieras hacer y nosotros vemos de poder llevarlas a cabo.” Antes de la pandemia había presentaciones de estudiantes de la Fundación Cofradía, violinistas, violeros o chelistas brindaban pequeños conciertos que acompañaban a los clientes en sus almuerzos o mientras trabajaban. También hubo tardes de mujeres narradoras, exposiciones de arte o charlas. Esperan poder retomar estas actividades, pero por ahora y por el contexto, se remiten a solo a exponer obras de distintos artistas locales en sus paredes que rotan cada dos meses; la curadora es Lorraine Green, artista de Bariloche y la lista de espera es de casi un año, según contó Helen.

Además, casi todo lo que se ve en Vertiente se puede comprar en su “tienda de talentos”, un espacio dentro del mismo bar que cuenta con distintos productos de emprendedores y artistas locales, que se renueva constantemente, allí pueden encontrar desde cosméticos de la mano de Savia Tierra, pasando por libros, indumentaria de diseño de Nadia Pizzi, muebles, artículos de decoración, cerámica y mucho más. Como dice Greene, “Mantenemos la idea de los primeros dueños que nos gustó mucho:  todo lo que veías te lo podías comprar, la mesa, la tetera, el té, los cuadros.”

En este proyecto multifacético, la acompañan sus hijas e hijos, cinco hijos en total, los varones la ayudan con el mantenimiento del lugar, Lorraine con la curadoría y la comunicación junto a Maitena y Sharon.

Este café sin dudas, es como una gran cocina familiar, el corazón de una casa. Y esto se refleja en la armonía y calidez que transmite, cada rincón de Vertiente.

 

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