Vinos con aroma de montaña

Texto: Anabella Alcuaz (WSET - Diploma)

AIRE continúa con sus recorridos vitivinícolas por  los arrabales de la  Cordillera de los Andes, aquí y allá. En este caso la mirada se detiene en el Valle de Uco, en Argentina, y en los valles de Rapel y Curicó, en Chile.

Argentina: Valle de Uco

Este valle se encuentra a una hora en auto al sur de la ciudad de Mendoza. Abarca los departamentos de Tupungato, Tunuyán y San Carlos, al pie de la Cordillera de los Andes, con viñedos de alta calidad enológica implantados entre los 900 y los 1700 metros sobre el nivel del mar. Hasta hace dos décadas era una zona poco explotada, cuyos vinos aportaban color y acidez a las etiquetas tradicionales de Mendoza, pero cuyo nombre no le aportaba información de valor al consumidor.

En la actualidad, Uco es una de las zonas que mayor desarrollo y atención ha recibido por parte de inversores y prensa especializada internacional. Entre sus virtudes están los suelos profundos, pobres y variados, gran parte de ellos aluvionales, con grandes piedras y partes calcáreas. La amplitud térmica reinante propicia muy buenos niveles de acidez natural. La excelente diafanía de sus cielos y la exposición solar favorecen la concentración de taninos, lo que permite obtener  vinos elegantes, estructurados y con gran potencial de guarda. Las variedades blancas destacan esta frescura extra, y le recuerdan al consumidor que la Argentina también puede producir excelentes, complejos y longevos Chardonnay y Sauvignon Blanc. La variedad Malbec dice presente en Uco, donde despliega notas florales, herbales, junto a la fruta negra y las especias. La Indicación Geográfica (I.G.) Valle de Uco aparecerá en la etiqueta de los vinos que se producen en este valle, aunque últimamente también figuran zonas más pequeñas dentro de cada departamento. Entre las más relevantes están I.G. Gualtallary en Tupungato, I.G. San Pablo, I.G Los Chacayes y I.G Vista Flores en Tunuyan. En el Departamento de San Carlos se destacan I.G. La Consulta y la I.G. Paraje Altamira.

Este valle que ha crecido tanto en cantidad de viñedos establecidos (60% en 15 años) como en altitud de plantación conquistada (1700 metros sobre el nivel del mar). Demarcar sus enormes diferencias de suelo, altitud o exposición solar, implicó trabajar con microvinificaciones y así nacieron lo que hoy la prensa llama viñedos “grand cru”. Estos vinos condensan y expresan las sutilezas de cada lugar y al catarlos se puede identificar su procedencia.

Los “grand cru” más destacados del Valle de Uco son I.G. Gualtallary e I.G. Paraje Altamira. ¿Qué características diferenciales se pueden enumerar? ¿Qué tienen es común? La diversidad de suelos de limo y arena, con grandes piedras recubiertas de carbonato de calcio, parecen ser una característica común a ambas I.G. En el caso de I.G. Gualtallary, según estudios realizados, se encuentra más contenido de hierro y basalto, lo que otorga muy buena materia colorante a los tintos. Son suelos con muy buen drenaje, poco fértiles lo que hace que las plantas auto regulen su vigor dando vinos con excelente concentración, estructura y precisión. Para tener en cuenta cuando disfrutamos los tintos de Valle de Uco: en boca suelen desplegar una textura como atalcada muy particular.

La altitud hace que haya muchos grados de diferencia de temperatura entre el día y la noche, circunstancia que favorece una extensión del periodo madurativo. Esto se traduce en acidez natural y frescura tanto en vinos tintos como en blancos. Aporta elegancia, longevidad y perfiles aromáticos muy atractivos. Los vinos que se producen en estas zonas son vinos de terroir. El desafío de los enólogos es identificar y captar las diferencias, embotellando cada identidad con etiquetas diversas.

Entre las etiquetas más destacadas de Valle de Uco se encuentran Catena Zapata, Zuccardi, Rutini, Michellini y Achaval Ferrer.

Chile: Valle de Rapel

Este extenso valle en la zona central de Chile está flanqueado a ambos lados por dos cordones montañosos: la Cordillera de los Andes al Este, y las suaves colinas de la Cordillera Costera que ofrece reparo de las frías brisas del Pacífico al oeste. La zona no escapa a la lógica de geografía vitícola de Chile: sus valles transversales ofrecen diversos microclimas, con características agroclimáticas bien definidas, dependiendo de su cercanía al mar o al pedemonte de la Cordillera de los Andes. Estas sutilezas originan una rica diversidad de cepas y estilos de vinos que se pueden cultivar.

El río Rapel, de donde toma su nombre este valle, y el río Tinguiririca dividen el territorio en dos subregiones: Cachapoal al norte y Colchagua al sur. Son estos dos nombres los que con mayor frecuencia aparecen en las etiquetas (no así Rapel). Este valle, en toda su extensión, da origen a vinos de entrada de gama, como así también vinos súper premium. Tanto Cachapoal como Colchagua tienen un clima mediterráneo, con un promedio anual de lluvias de 350 milímetros, que se concentran en el invierno. Los suelos son aluvionales, con presencia de limos, arenas, cal y piedras. La zona del pedemonte, más cercana a la Cordillera, se denomina Alto Cachapoal, y es allí donde se han instalado bodegas de altísimo nivel, que producen vinos premium y súper premium, muchas pertenecientes a familias francesas. Tal es el caso de Viña Altaïr, Morandé, Chateau Los Boldos o  Anakena, entre otras.

El Cachapoal es renombrado como el Valle del Carmenere, ya que es uno de los más soleados, y ofrece los largos otoños que necesita esta cepa que representa a Chile en los mercados internacionales. Es una variedad tinta, de ciclo vegetativo largo, que necesita cierta calidez durante bien entrado el mes de mayo para no perder sus hojas (y para que puedan madurar los frutos). El Carmenere de Cachapoal puede ser maduro, con notas especiadas, de higo, frutas negras y rojas. La Cabernet Sauvignon y Syrah se suman a los tintos representativos de Cachapoal.

El Valle de Colchagua es una región vitícola reconocida internacionalmente por sus vinos tintos de alto linaje. El valle esta tallado por la cuenca del río Tinguiririca y allí se encuentran muchas de las viñas más icónicas de Chile como Viña Montes, Casa Silva, Viu Manent, Los Vascos, Lapostolle, Ventisquero, entre otras. Desde la pintoresca ciudad de Santa Cruz se puede seguir la “ruta del vino”, y disfrutar de la excelente propuesta enoturística y gastronómica que ofrecen las bodegas: desde paseos en globo, hasta paseos en carruajes, esta ruta es un destino que sigue creciendo en calidad.

Cabe destacar que por su delimitación, Colchagua tiene zonas más cercanas al Pacifico y otras hacia el Este, con diversidad de alturas y microclimas a medida que se acerca a la cordillera. Los viñedos emplazados al oeste, que rodean el río Rapel, reciben la influencia directa de las frías brisas marinas ofreciendo un sitio ideal para el desarrollo de variedades blancas como la Sauvignon Blanc, Chardonnay, Pinot Gris y Riesling. Estos vinos blancos suelen ser muy aromáticos y con acidez elevada.

En el centro del valle de Colchagua, a unos 190 kilómetros de Santiago de Chile, se encuentra el renombrado Valle de Apalta. Este enclave en el corazón del valle, con colinas orientadas al sur de menor exposición solar y suelos variados, tiene una alta oscilación de temperatura durante el día y la noche que puede superar los 20ºC. Las brisas marinas canalizadas que soplan por la noche enfrían el aire y hacen que las vides puedan descansar, extendiendo el ciclo vegetativo, para alcanzar la madurez y concentración adecuadas. La Cabernet Sauvignon, Syrah y Carmenere otorgan vinos aromáticos, con notas de fruta negra y roja madura, taninos suaves, acidez y frescura que aseguran alta calidad, con muy buen potencial de guarda.

Chile: Valle de Curicó

El Valle de Curicó, a unos 190 kilómetros al Sur de Santiago, está dividido en dos subregiones que bordean los ríos Teno, al norte, y Lontue en el sur, y toman su nombre. La particularidad de este valle radica en que los sectores más frescos están ubicados en el Este. El aire fresco que desciende de las laderas de la Cordillera de los Andes proporciona la frescura necesaria para que las uvas conserven una buena acidez, y balance madurativo.  Hacia el oeste, la Cordillera de la Costa forma una barrera e impide que las brisas marinas dejen su influencia. Los suelos en Curicó son variados, de origen aluvial y coluvial, con composición de piedra caliza y rocas volcánicas que se acumularon por la acción de los ríos y vientos. En algunos sectores los suelos son un poco más fértiles que en otros valles. Esta condición facilita el cultivo de grandes volúmenes de vino para beber a diario de Cabernet Sauvignon y Merlot, y vino a granel económicos de variedades criollas, como el País, por ejemplo. En estos últimos años se han incrementado las plantaciones de variedades blancas como la Sauvignon Blanc y Chardonnay. Prestigiosas viñas como Miguel Torres, Echeverría, Montes y Valdivieso se han instalado en Curicó.

ARGENTINA

Bramare Malbec Valle de Uco (Bodega Viña Cobos) + $ 700

Un tinto con mucha personalidad, que habla del lugar donde se originó. Presenta notas florales en nariz, violetas y mucha elegancia. En boca es complejo, concentra fruta roja y negra madura, como ciruela, cereza, arándanos con un atractivo final algo especiado y largo. Es un vino que podemos beber ahora, o guardar unos años para compartir en alguna ocasión especial.

Opalo Syrah (Bodega Mauricio Lorca) Valle de Uco +$290

Este 100% Syrah de Vistaflores es un tinto con aromas mentolados y fruta roja. Se elabora sin crianza en madera. Aquí la variedad está en su máxima pureza, con taninos suaves y redondos y un final con notas terrosas. Especial para acompañar carnes asadas y guisos de invierno.

CHILE

Altair Sideral (Bodega Altair, Valle de Cachapoal) +$20.000

Este corte de 81% Cabernet Sauvignon, 7% Cabernet Franc, 7% Carmenere, 3% Syrah, 2% Petit Verdot se presenta con mucha complejidad y una boca carnosa y frutada. La fruta roja madura está equilibrada por una acidez refrescante, taninos firmes y mucha concentración de aromas y sabores. Toda la calidad de Alto Cachapoal.

Kyle Royale Carménere (Viña Koyle, Los Lingues, Colchagua, Chile) + $Cl 15000

Un Carmenere con un toque de Malbec y Petit Verdot de vides cultivadas en forma biodinámica. En nariz nos seduce con notas a mermelada de frutos negros, higos, hierbas secas, especias, chocolate. De taninos aterciopelados, mucha concentración de fruta y acidez equilibrada. Pasa 18 meses en barrica. Para acompañar carnes rojas asadas o salsas contundentes.

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