Yo te bautizo Lago Argentino

TEXTO Y FOTOS  FRANCISCO BEDESCHI

El Lago Argentino no sólo es increíblemente bello y descomunal. Su épica y su historia están ligadas a la biografía de Francisco Pascasio Moreno, uno de los héroes civiles más extraordinarios de la Argentina. Su pasado se enlaza con su presente y con el relato intimista y apasionado de Francisco Bedeschi, fotógrafo de AIRE.

La naturaleza que te hizo, no te dio nombre: la voluntad humana desde hoy te llamará ¡Lago Argentino” (Francisco Pascasio Moreno, 15 de febrero de 1877). Con estas palabras, el gran explorador y héroe cívico nacional, Francisco Moreno, denominaba al más austral de los grandes lagos de la Patagonia, el Argentino, el que vierte sus aguas en el Océano Atlántico a través del mítico río Santa Cruz (ver AIRE34).

Este lago, que contiene entre otros a los majestuosos glaciares Moreno y Upssala, fue bautizado y presentado al mundo occidental por el Perito Moreno durante uno de sus viajes a la Patagonia, antes del avance final del Ejército. Siguiendo la ruta de de la expedición  de Robert Fitz Roy y Charles Darwin, remontando en contra al caudaloso río Santa Cruz, Moreno llegó al lago y fue el primero en navegarlo. Si bien no vio en esa oportunidad el glaciar que hoy lleva su nombre, divisó en cambio los grandes bloques de hielo que se desprenden y navegan el lago arrastrados por el viento hacia las costas orientales.

Moreno alcanzó el lugar que actualmente se conoce como Punta Bandera. Izó allí la bandera nacional para que no quedaran dudas respecto a la pertenencia de este hermoso rincón de la Patagonia. También bautizó los cerros Mayo y Buenos Aires, entre otros, en una clara alusión a la argentinidad que tanto defendía. El Lago Argentino dejaba de ser una incógnita para el resto de los ciudadanos. También en este viaje observó el cerro Fitz Roy (ver AIRE 33) y en una aventura a caballo fue el primero en avanzar hacia el norte. Tal es así que descubrió el Lago San Martin  (ver AIRE 29).

De esta manera nacía la historia de este famoso lago que alberga el glaciar más visitado de la Patagonia y una de las mayores atracciones turísticas del mundo, el que justamente lleva el nombre de Moreno. El Lago Argentino es también la puerta de entrada al  Campo de Hielo Sur (la masa de hielo más grande existente sobre la Tierra después de los Polos) desde donde justamente recibe las  aguas que lo forman. Así el lago se fue ganando un sitio en la historia de la Patagonia y fue, como se sabe, al lugar en el que se ubicaron los primeros asentamientos de colonos, donde se generaron las grandes estancias de la familia Menéndez-Braun y  también el escenario de la trágica historia de los fusilamientos de los anarquistas y peones rurales. Todo sucedió en sus orillas.

La descripción de Lago Argentino estaría incompleta si no recordásemos la epopeya del aviador Gunther     Pluschow, quien murió junto a su navegante sobrevolándolo, en lo que se transformó en el  primer intento de relevamiento aéreo de los Hielos. Pluschow, un as de la aviación alemana durante la Primera Guerra Mundial, había llegado a la Patagonia en su barco, transportando en piezas el triplano Cóndor de Plata con el cual realizó varios vuelos por la Patagonia. Durante ese primer sobrevuelo fotográfico del Campo de Hielo Sur dejó su vida en el brazo Rico del Lago Argentino en 1931. Fue el aviador italiano Franco Bianco quien, en 1937, logró concretar el soñado vuelo de Pluschow, desde Puerto Natales, y sobrevolar los hielos, llevando consigo al sacerdote salesiano Alberto María de Agostini, notable fotógrafo y el último de los exploradores románticos de la Patagonia.

El asombroso mundo del entorno del Lago Argentino me fascina y me atrapa. Espero, algún día, poder navegarlo a vela, esquivando los témpanos a la deriva, También me estoy preparando para caminar cada uno de los grandes glaciares que irrumpen en sus aguas. En este caso mostramos algunas de las imágenes que logramos durante nuestro último sobrevuelo sobre la zona.

En junio de 2011, después de una buena nevada, a bordo de un avión monomotor Cessna 182, piloteado con maestría por Pablo Wyss, despegamos del aeroclub de El Calafate y  rumbeamos hacia el Glaciar Perito Moreno. Era un diáfano día de invierno. Ahí arriba,  con 25 grados bajo cero, uno se maravilla con las vistas, todas extraordinarias. Y en un vuelo de cuatro horas es posible comprender las proezas de Pluschow, de De Agostini, de Jean Mermoz y otros tantos pioneros de la aviación que fueron los primeros en impresionarse con esta apabullante belleza y en tener el coraje de adentrarse por el aire al Gran Campo de Hielo Sur rogando que no se les “plantara” el motor y evitar así una muerte instantánea: la posibilidad  de sobrevivir a un accidente aéreo dentro del Campo de Hielo era sólo la antesala de una agonía mayor, ya que las opciones de rescate eran nulas y el frio una trampa segura. Por eso es que en pleno vuelo es imposible no admirar la valentía de estos grandes exploradores. ■

 

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