TEXTO Y FOTOS FRANCISCO BEDESCHI
El río Santa Cruz es uno de los más caudalosos de la Patagonia y todavía se lo puede encontrar salvaje, en estado puro, como lo recorrieran los tehuelches durante cientos de años. Este cauce, que atraviesa de oeste a este la provincia de Santa Cruz y desagua el deshielo de los lagos Argentino y Viedma, sirvió como vía de acceso a varias expediciones de exploración de la cordillera, entre ellas la de Robert Fitz Roy y Charles Darwin en 1834 o la del gran Francisco P. Moreno 43 años después, quienes con gran valentía y una enorme actitud remontaron las caudalosas y veloces aguas de este mítico río en pequeños botes que arrastraban contracorriente.
El Río Santa Cruz es la vía de penetración y conocimiento de la cordillera austral. Por allí se introdujeron los exploradores en busca de sus esquivas nacientes y para poder saber qué había más allá de las misteriosas y desérticas planicies de la estepa.
Es uno de los más caudalosos del país. Atraviesa la provincia Santa Cruz y desagua en el Atlántico los deshielos del Campo de Hielo Sur, el Lago Argentino y el Lago Viedma, luego de recorrer unos 380 kilómetros y llega a tener hasta 500 metros de ancho en su desembocadura.
Antes de la llegada de los europeos, la zona estaba poblada por la cultura tehuelche. Fue la expedición de Fernando de Magallanes, en el crudo invierno de 1520, quien lo incorporó a la historia de la conquista, siendo el primer río bautizado en todo el extenso litoral de la costa patagónica. En abril de 1834 recala en su estuario la expedición del Beagle, comandada por Robert Fitz Roy, quien se encontraba relevando las costas de la Patagonia para la corona británica. Fitz Roy llevaba a bordo a Charles Darwin y juntos deciden incursionar por el río, corriente en contra, para poder llegar a sus nacientes. La avanzada, integrada por 25 hombres a bordo de tres botes balleneros y con provisiones para 3 semanas, encara la exploración del misterioso desierto, tirando los botes “a la sirga” (remontándolos con sogas desde la costa sin ayuda de caballos, ya que Fitz Roy no contaba con estos animales). Lamentablemente no pudieron, luego de 21 días de ardua tarea, llegar a la naciente del río en el gran lago. Unos pocos quilómetros antes, Fitz Roy y Darwin hacen una errónea lectura del terreno: confunden el cauce del río Santa Cruz con el del río La Leona y creyendo que giraba hacia el norte y se perdía en el infinito, deciden emprender el regreso al Atlántico.
A poco de ser el primero en llegar al Lago Argentino, Darwin escribe en su diario (y luego libro) Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo las palabras que se hicieran famosas y que fueran causa y efecto de que la Patagonia, y principalmente este río, se encuentre hoy casi tan desértico como en el momento que surgieron estas expediciones. Darwin, derrotado por el enorme esfuerzo, escribía: “Sobre esta tierra pesa la maldición de la esterilidad y de ella participa el agua del río, que corre por un lecho de guijarros”. Así nació el mito de las Mysteries Plains de la Patagonia y si bien a más de 150 años y sabiendo que el joven naturalista se equivocó en varios aspectos sobre la interpretación del Santa Cruz, esto es sólo anecdótico al interés histórico que propone la nota. Para nuestra publicación es importante destacar la importancia que tiene el río Santa Cruz y las expediciones que lo recorrieron, ya que gracias a este curso de agua es que Francisco Pascasio Moreno, en una titánica patriada en 1877, arremete contracorriente, esta vez ayudado por caballos, llega a la naciente del rio y se convierte en el primer hombre blanco en navegar el gran lago.
Moreno, luego de recalar en barco desde Carmen de Patagones, en la Isla Pavón, dentro del estuario del río, a pocos quilómetros de Atlántico, con la ayuda del gran navegante del sur, el comandante Luis Piedrabuena, asentado en la isla desde 1859 para defender la soberanía, prepara una nueva incursión al interior de las llanuras del misterio. Moreno logra llegar al lago y deslumbrarse con las bellezas de la cordillera y, apasionado, escribe en su diario las palabras de bautismo: “Es un espectáculo impagable y comprendo que no merece siquiera mención de los que hemos trabajado para presenciarlo: todo lo olvido ante él (…) En la inmensa soledad, la naturaleza que te hizo no te dio nombre, la voluntad humana desde hoy te llamara Lago Argentino. Que mi bautismo te sea propicio”.
De esta manera los misterios des esquivas nacientes del gran rio de la Patagonia se iban descubriendo para los ojos de los futuros pobladores. Es en esta expedición de 1877 que Moreno se anima un poco más y, a caballo, encara hacia el norte, siguiendo el río La Leona (al cual también bautiza con este nombre luego de estar a punto de morir por un ataque de un puma hembra), reconoce el cerro que hoy lleva el nombre de Fitz Roy (ver AIRE 33) y llega a las aguas del majestuoso Lago San Martin (ver AIRE 29).
Lamentablemente Moreno navegó el Lago Argentino en un pequeño bote, pero no pudo divisar en ese momento el glaciar que lleva su nombre: el gran explorador de la Patagonia, el 18 de enero de 1877, debió abortar la navegación por mal tiempo y guarecerse en la margen sur del lago. Si bien describe grandes témpanos flotando en el lago, no llegó a divisar ningún glaciar.
El rio Santa Cruz, sin duda, guarda en cada una de sus curvas una historia de valentía y coraje que es muy importante difundir y custodiar. En la actualidad, cuando abundan los proyectos de represas hidroeléctricas en varios de sus tramos, nos parece importante difundir la importancia de este romántico curso de agua, testigo directo de grandes hazañas. Ojalá el Estado Nacional y sus autoridades tomen conciencia y eviten destruir este santuario de la Patagonia. –
Expediciones históricas al río Santa Cruz
1872. Antonio de Viedma cruza la estepa, partiendo de San Julián en compañía de los indios de la región, llegando a un “gran lago” en el cual los aborígenes dicen que nace el rio Santa Cruz (en esta oportunidad se descubre y describe el lago Viedma).
1834. La expedición comandada por Robert Fitz Roy, con tres botes, 25 hombres y sin caballos, en la cual participa el joven naturalista Charles Darwin, remonta el río, pero no llega a sus nacientes. Surge aquí el mito de las “planicies del misterio”.
1867. El gran navegante y defensor de la soberanía, comandante don Luis Piedrabuena, afrontando él mismo los costos, envía una expedición desde su establecimiento en la Isla Pavón, liderada por el marino inglés J. H. Gardiner, que llega a las nacientes del río, denominándola Laguna de Santa Cruz.
1873. El teniente de Marina Valentin Feilberg encabeza una expedición que llega a las nacientes, creyendo que dicho lago es el actual Lago Viedma.
1877. Francisco Pascasio Moreno, junto a Carlos María Moyano, quien será el primer gobernador del territorio de Santa Cruz, también con pequeños botes tirados a “la sirga” ayudados por caballos, llegan a las nacientes. Bautizan al Lago Argentino y son los primeros en navegarlo. También recorren las tierras circundantes y descubren y bautizan al majestuoso Lago San Martin.
Bibliografía sugerida: Contra la corriente (Fabián Zamboni, Publicaciones Zaguier & Urruty).