El territorio como punto de partida: un diálogo entre arte, paisaje y arquitectura

#Arquitectura

Treinta y tres años de Patagonia bajo la piel transformaron la mirada personal y profesional de Francisco “Pancho” Amoroso. El contexto y la interrelación con el territorio deja una  marca. Ese vínculo es la base de todo proceso constructivo y creativo. 

Texto de Moira Taylor
Fotos de Nicolás Amoroso

 

“Poder conjugar las necesidades de quien va a habitar una casa con lo que ofrece el territorio es un punto de partida inevitable e insoslayable. Aquel que desconoce el lugar, no está haciendo una buena labor arquitectónica”, dice Francisco en esta charla que sucede en el comedor de una casa icónica para su estudio y para él como profesional. Las montañas se pierden en el fondo de una proyección de ventanales, las obras de arte nos contienen e interpelan. Los objetos, los cuadros, el mobiliario y perspectivas parecen ser el puntapié de una conversación que tejerá saberes de arquitectura, de la Patagonia, de arte y de la conjugación armónica de todos ellos. 

Según relata, el territorio sugiere y el profesional puede elegir entre dos caminos: imponerse  -actitud con la cual Francisco no comulga- o hacer un abordaje donde dejar que el territorio vaya integrando la obra con el lugar. “Desgraciadamente no es lo usual, -asegura Pancho, como todos lo conocen-, inclusive, en la encomienda de las obras. Hay clientes que quieren que su casa manifieste su estatus. Los profesionales tenemos que negociar entre lo que te sugiere el territorio y la exigencia del cliente tratando de mitigar esa situación de imponencia. Tratar de llevar lo existente y lo nuevo a término de equilibrio”. 

 

Entender el paisaje e incluirlo en el proceso creativo implica, según manifiesta, un compromiso de presencia y estudio exhaustivo previo al inicio de la obra. “No es sólo donde implantás la casa, sino lo que se ve desde el diseño que propongas. Estar atento al caminar el terreno, ver esos detalles del entorno que pueden generar una vista siempre renovada. Una casa se piensa y se vive luego, en una relación exterior-interior innegable”, afirma el arquitecto y artista.  

El contexto paisajístico que alberga la práctica profesional de Francisco y de su estudio Arquitectura Amoroso, tanto en San Martín de los Andes como en toda la región patagónica de Argentina y Chile, es mérito de la naturaleza, pero lograr una perspectiva que permita realzar el “afuera”, es el objetivo que se propone este arquitecto. “No hace falta estar en la cima de la montaña para mirar el horizonte. A veces la escala más íntima tiene tanto o más valor que aquella. En lugares donde la visual no es tan evidente, generar cercanía en la escala e intimidad en la relación exterior-interior, es un desafío apasionante”, expresa.  

La labor del arquitecto: una encomienda de utopías

Se trabaja con la utopía del propietario como hilo conductor y el asesoramiento profesional buscando equilibrar sueño, contexto y proyecto. El estudio de la iluminación, del paisajismo e incluso del equipamiento, es un proceso necesario para trabajar en sintonía con ese fundamento holístico. “Implica que debemos conocer mejor al cliente: sus prácticas, sus intereses, sus lecturas y cuáles son sus costumbres para que el diseño se llene de sentido”, afirma. El camino para los profesionales pareciera tener que ver con el ejercicio constante de correrse y asumir que el actor principal del relato es el dueño de la vivienda, entendiendo que la arquitectura no es únicamente la creación de obras. Por el contrario, es un puente entre los deseos particulares, las soluciones técnicas, el diseño, el entorno y la creatividad.  

Arte + Arquitectura

“Como artista, hacer una casa que pueda albergar arte forma parte inherente del proceso de diseño. Imagino las paredes no como elementos desnudos sino como espacios que puedan soportar arte. En términos patrimoniales, si uno logra un equilibrio entre el capital artístico que tiene una casa y la casa misma, todo entra en armonía: el paisaje, el arte y la casa. Por eso en el estudio nos animamos a paredes ciegas, porque vemos lo que va a llenar de sentido ese espacio. Es un proceso de analizar el diseño, las tecnologías y soluciones y de aplicar ese estudio a lo que queremos lograr”, sostiene. En la sensibilidad de la proporción se logran construcciones icónicas y se deja entrever la pluma del artista empapando cada arista. “Fui artista desde muy joven y después por lo que implica un falso concepto del ‛deber ser’ en la profesión, lo abandoné. Reconectar con la práctica artística me dio un nudo de libertad que aplicado a la arquitectura me animó a hacer propuestas, que desde lo tradicional de la profesión no las hubiese hecho. Para mí el arte, primero me sana, y después me abre una nueva cara del diedro de la creación, me hace ver todo de otra manera. El quehacer de la arquitectura se ve transformado y las obras que hoy construimos desde el estudio están enriquecidas por ese camino”, concluye Pancho.

Una casa como el ícono de una trayectoria profesional

Una vivienda casi enteramente revestida en madera, los mismos listones de tablas recorren toda la fachada y techo con la salvedad de tres pequeños volúmenes de chapa.  Una obra que permitió, por cliente y territorio, hacer en libertad, resolviendo técnicamente la idea original. Lograron hacerla hermética e impermeable, al mismo tiempo que armónica y sustentable. Por sus materiales nobles -los cuales son siempre los preferidos de Francisco ya que no es partidario de las imitaciones-, no es una estructura rígida, tiene una integración permanente con el afuera, haciendo uso de un efecto de corteza, de algo vivo. La interrelación con el paisaje fue y es premisa ineludible, convirtiendo a la casa en una piel que existe en relación al contexto y su aspecto es consecuencia de ese entorno. Se va transformando con el paso del tiempo, envejece y se embellece en ese proceso. Una casa ícono que devela una forma de hacer, poética y real, verídica y natural.

La búsqueda desde el estudio ha sido aplicar la simpleza y economía conceptual en los materiales y en la obra terminada. Un camino de coherencia y pragmatismo, sin perder el proceso artístico y la conexión primigenia con la naturaleza, con ese entorno protagonista. 

La armonía a la que aspira Francisco se logra en la negociación entre los elementos que conforman el espacio. El diálogo que se produce entre estructura, mobiliario, iluminación y objetos, habla de la identidad del hogar y del sello particular del arquitecto. 

Arquitectura Amoroso

https://www.arquitectospatagonia.com/

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