La montaña imposible :: CERRO TORRE

 

    

TEXTO Y FOTOS FRANCISCO BEDESCHI

La historia del cerro Torre jamás dejará de ser legendaria. Su cumbre es una de las más difíciles del mundo. Los nombres de Cesare Maestri y Casimiro Ferrari están asociados a una controversia que forma parte de la mística de los Andes. Todo comenzó en 1957.

Excelsa, desafiante, elegante, creadora de leyendas. La aguja de granito llamada cerro Torre se levanta en el Hielo Continental y sus 3.133 metros sobre el nivel del mar serán siempre desafiantes. Si bien la existencia del Fitz Roy muchas veces opaca su brillo, El Torre supo ganarse su fama de “montaña imposible” a base de desalentar a los mejores escaladores del mundo y convertir hipotéticas victorias en trágicas leyendas en torno a quien conquistó su cumbre por primara vez.
Todo comenzó luego de la llegada la cima del Fitz Roy. En 1957 la elite escaladora mundial se abocó a conquistar y derribar el último gran desafío que quedaba en la Tierra: subir hasta la cima del Torre. Es en ese verano comenzaron a llegar a la zona del Campo de Hielo Sur las expediciones de los mejores alpinistas italianos del momento, entre ellos el controvertido Cesare Maestri, oriundo de la región de Trento, en el norte de Italia. Se lo conocía como “La araña de los Dolomitas” e intentó abrir un camino hacia la cumbre, entonces imposible. El mal tiempo y las dificultades, hicieron que la expedición fracasara. De aquel primer intento se recuerdan las palabras del célebre Bruno Detassis: ¨El Torre es una montaña imposible y no quiero poner en peligro la vida de ninguno, por lo tanto en mi calidad de jefe de expedición, les prohíbo intentar el asalto…”
Paralelamente, otro grupo de italianos llegó para subir algunos metros en la pared final, pero también debieron regresar con el amargo sabor del fracaso producto de la dificultad de la pared y el mal tiempo reinante. A pesar de la circunstancia, Maestri ligó su destino a esta montaña y en su primer libro llamado Arrampicare e il mio mestiere (“Trepar es mi oficio”), relato autobiográfico de aquella expedición, escribió: “Estamos aquí con el sentimiento de haber dejado una cosa no cumplida allá arriba. Pero yo creo haber hecho lo imposible para que esto no ocurriese. Debo regresar y regresaré”. Quedaba claro que desde ese momento, él y el Torre comenzaban a establecer una relación estrecha y problemática.
El fracaso de las primeras intentonas hacía creer que la “montaña imposible” ganaría por siempre la pulseada a los mejores escaladores del mundo. Pero ahí estaba Maestri, obsesionado: a partir de un gran esfuerzo humano y económico, el tozudo trentino regresó en el verano del `59, acompañado por la estrella alpina del momento, el austriaco Toni Egger, y el argentino Cesarino Fava. Juntos encaran la pared Este y preparan al asalto en el bautizado “Paso de la Conquista”. En este lugar, de cara a la pared de granito, Fava se queda en el campamento mientras que Maestri y Egger comienzan las cordadas hacia la cima una apacible mañana del 29 de enero de 1959.
Luego de doce horas de extenuante lucha contra la gravedad, colgados en la pared granítica de 2.000 mil metros de desnivel, luchando contra la cambiante nieve y el hielo, sin más que los grampones y las piquetas, el valiente dúo se aprestaba a “vivaquear” colgados de la pared, en una cueva de nieve. Maestri recuerda en su libro que pasó esa noche obnubilado por el deseo de conquistar la cumbre: “Yo debo llegar porque me lo he ordenado y en la mente sólo hay voluntad de batalla”, escribió.
Al día siguiente la pareja heroica se desayunó con extraplomos de hielo, paredes verticales, cornisas imposibles y la amenaza de vientos huracanados. Colgados en la parte norte de la pared, comenzaron su arremetida, sabiendo que el clima comenzaba a variar y probablemente complicaría aún más el escenario. Aún así y después de varias horas de sortear estos inconvenientes, Toni Egger llegó a la cumbre y gritó: “ÓCesare, la cima!”. En medio del fuerte viento que domina el campo de hielo, ambos arribaron a la cumbre con lo último. Maestri recuerda ese momento en su libro: ¨Embrutecido por el cansancio, con los nervios en pedazos, me preparo para consumar el sacrificio a las estúpida manifestación humana: la vanidad…”.
En ese instante, en medio de la gloria, nace también una leyenda de lo más controvertida. Mientras descendían, se desprendió un bloque de hielo que mató a Egger. Maestri pasó solo esa noche en el campamento, con la enorme pena de haber perdido a su compañero. A la mañana siguiente, con el resto de equipo que se salvó, comenzó el descenso hacia segura base del glaciar, donde podría comenzar el regreso a pie. A los pocos metros de llegar, Maestri cayó al vacío y la nieve fresca amortiguó el golpe. Fue rescatado por Fava, quien esperaba el regreso de sus compañeros. Y decimos que aquí nació la leyenda. Una vez de regreso, a Maestri se lo comenzó a cuestionar: ponían en duda su relato y, para colmo, la máquina fotográfica que acreditaba la cumbre se perdió con el cuerpo de Egger, que recién sería recuperado en 1975.
La imposibilidad de coronar el Torre se convirtió en tema central en el mundo de la escalada a nivel mundial. Los escaladores de elite ponían en duda los relatos y logros de Maestri, generando en él una amargura que sólo podrá aplacar con otro gran desafío. Maestri, herido en su orgullo, publicó otro libro, Duemila metri della nostra vita” (Dos mil metros de nuestra vida) y desafió nuevamente a todos los que dudaban de su proeza. Dice. “Bien, señor alpinista, bien, señor periodista, bien, señor dubitativo, ¿quieren guerra? Yo la haré, pero a mí manera. Regresaré al Torre, atacare su pared más difícil en la estación más impracticable”.
Así nació la expedición de 1970, que atacaría por la cara sureste en invierno, algo nunca intentado, peligrosísimo y con pocas posibilidades de éxito. Ya instalado al pie del glaciar, en la montaña, Maestri escribe: “Ahora el Torre y nosotros estamos frente a frente (…) Y los días tendrán dimensiones verticales y no estarán constituidos de minutos o de horas, sino solamente de centímetros y metros”.
Maestri tenía reservada una sorpresa: mandó a construir un compresor que perforaba el granito en 20 segundos -en vez de 15 minutos- para colocar un clavo. De esta manera se ganaba mucho tiempo en el ataque a la cumbre, minutos cruciales para la lucha contra la verticalidad y los violentos vientos de la zona. Maestri no lo logró ese invierno, pero el 2 de diciembre de 1970, ayudado por el buen tiempo, junto a dos compañeros, consiguió el esperado y soñado acceso a la cumbre. El Torre había sido vencido. Los diarios italianos dieron tratamiento especial la expedición: la montaña imposible había sido derrotada.
Ese primer ascenso a un cerro de esas características rompió el bloqueo psíquico que generaba la montaña y abrió la posibilidad a otros para lograrlo. En el caso del Torre, además, las disputas y las discusiones no se hicieron esperar. En 1974 entró en escena el gran alpinista Casimiro Ferrari, quién formó una expedición junto a otros, las famosas “Arañas de Lecco”. Llegaron a la cumbre y escalaron inclusive el “fungetto”, el hongo de nieve que tiene el Torre en su cima. Muchos de los que habían intentado subir al Torre y habían fracasado, sostuvieron que el de Ferrari había sido el “primer ascenso ético” a la montaña. Este duelo entre grandes escaladores italianos constituyó una de las historias más atrapantes de la Patagonia. La discusión continúa y la leyenda del Torre se acrecienta, tal como corresponde a su condición de “montaña imposible”. –

PARA SABER MÁS:
– Cuadernillos patagónicos de Techint nº 3
www.tecpetrol.com/patagonicos/cuaderno 03

– Arrampicare é il mio mestiere
Libro de Cesare Maestri – Ed. Garzanti – 1961

– Duemila metri dalla nostra vita
Libro de Cesare e Fernanda Maestri – Centro Documentazione Alpina – Le Tracce – íšltima edición 2002

– Grito de piedra
Película dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Donald Sutherland, Mathilda May, Brad Dourif, Vittorio Mezzogiorno, Al Waxman. También colaboraron los barilochenses Nicolás y Sebastián de La Cruz.

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