Casi como un manifiesto, aquí la receta es concreta, real y sin vueltas. Hay un mentor, el cocinero, el alma del lugar: Francisco “Pancho” Fernández. Junto a él, la frescura de sus dos compañeros de cocina, Facundo y Juliano, la buena atención de Miriam en el salón y la mirada atenta de una mamá con mayúsculas. Todo sucede en Cipolletti, ciudad que desde hace cuatro años disfruta de un verdadero diamante de la gastronomía.