Una impactante historia en el Piamonte

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POR ANABELLA ALCUAZ
FOTO ANABELLA ALCUAZ

El relato no sólo es trascendente en lo que respecta al Nebbiolo o el Barolo. Las biografías de Giovanni Altare y su hijo Elio bien valen la pena. Al final, silencio. Y una disputa que, por una vez, pospuso la posibilidad de un brindis.

Barolo es a la vez una pequeña aldea en las colinas del Piamonte, una Denominación de Origen Controlada y Garantida (DOCG)  y el nombre de uno de los grandes vinos italianos.

Hace un par de meses tuve la fortuna de visitar las hermosas colinas del Piamonte, en el noroeste de Italia. Confieso que no sólo me fascina catar los vinos y recorrer los viñedos. Sé que tarde o temprano aparece, por los caminos del vino, una historia de vida digna de ser relatada.

Llegué al mediodía a la casa de la familia Altare, que es residencia y bodega al mismo tiempo. Silvia Altare me recibió muy bien dispuesta. Decidimos juntas que el inglés sería la mejor forma de comunicarnos. Las colinas que rodeaban la casa captaron inmediatamente mi atención.  La familia Altare tiene el privilegio de divisar casi todos los pueblitos que forman parte de la Denominación de Origen Barolo:  Barolo, La Morra, Castiglione Falletto, Serralunga d’Alba y Monforte d’Alba. La limpidez del día permitía divisar el Monte Cervino a lo lejos. Su cumbre de más de 4.000 metros es una de las más altas de los Alpes. Silvia detalla con precisión los puntos geográficos y nombres de los viñedos que observábamos, y aclara: “Aquí en Barolo no hay mapas con detalles geográficos minuciosos de los viñedos, como es el caso de la Borgoña”. Aunque es sabido que hay viñedos que año tras año entregan fruta superior a otros, como es el caso de Arborina, Brunate o Cerretta.

Arborina, un viñedo plantado con la variedad Nebbiolo, es un anfiteatro que mira al sur. Es considerado el equivalente a un Primer Cru. Tiene 10 hectáreas divididas entre 6 productores y 20 etiquetas que exhiben el nombre de ese Cru. Mientras recorríamos las vides acompañados de su inquieta perra Polpetta, Silvia Altare recordaba: “Soy la tercera generación de la familia Altare. No fui a estudiar enología, todo lo que sé me lo enseñó mi padre. Si él estuviera aquí yo estaría en silencio”, bromea. Y sigue: “No hay príncipes ni nobles en la línea de antepasados, nuestra familia lleva más de 200 años cultivando esta tierra. Mi abuelo Giovanni Altare fue el fundador.” La bodega cultiva 10 hectáreas de vides, todas tintas, de las cuales 5 les pertenecen (las otras 5 son arrendadas). Esta pequeña empresa familiar, cuyos miembros se ocupan de todo, desde la poda a las ventas, produce un promedio de 60.000 botellas al año de las variedades Nebbiolo, Dolcetto, y Barbera.

Después de caminar por los viñedos, Silvia nos condujo a su habitación preferida de la casa, en el interior de la bodega. Allí el protagonismo lo tiene una pared llena de vinos empolvados que llevaban muchos años de estiba y de historia. “Nos gusta tomar, no es secreto. Aquí está nuestra colección de vinos. Estos vinos cuentan la historia de mi familia. Tenemos muchos vinos de la Borgoña, siempre han sido una inspiración para mi padre”. Y es que el Nebbiolo, después de varios años de crianza y estiba, se compara con el Pinot Noir. Es en este momento cuando Silvia comienza a hablar de su padre. Cuenta que es un experto en Borgoña, ya que de joven adquirió experiencia en esa zona, cosechando y vinificando en distintas bodegas. Fue Elio Altare quién catando a ciegas un  Brunate Grand Cru de la Morra con 20 años de estiba, creyó que era un Chambolle-Musigny Primer  Cru, Les Amoureuses, de Côtes de Nuits, Borgoña, Francia.

En el mundo del vino, y en especial en zonas vitivinícolas muy distinguidas, como lo es Barolo en el Piamonte, se repite bastante el hecho de que coexistan estilos de vinos opuestos, cada uno con sus seguidores o detractores. Esta “guerra de estilos” también se inició en Barolo en los años`80. Elio Altare es considerado por los expertos como un pionero de la corriente “modernista” como oposición a la corriente “tradicionalista”.  Él fue quien introdujo grandes cambios en la forma de elaborar Barolo, tanto en los viñedos como en la bodega, aunque a costa de un alto precio personal.

Cuenta la historia que a principios de 1980, los productores de Barolo estaban casi en la ruina. Los vinos que producían eran muy difíciles de beber, había que esperar 30 años para que se tornaran agradables. Estos vinos astringentes, ácidos y austeros ya no gustaban a los consumidores y muchos productores de Barolo debían dedicarse a criar ganado y cultivar duraznos para poder sobrevivir a esta crisis. Un día, al regreso de uno de sus viajes a Borgoña, Elio le dijo a su padre Giovanni: “Mira allí en la Borgoña hacen raleos de hojas y racimos en los viñedos, maceraciones mas cortas, usan barricas de roble francés y los vinos son fantástico. Hagamos lo mismo, probemos esos cambios”. Pero su padre se negaba siempre y seguía utilizando los viejos Botti para criar sus vinos. Eran grandes toneles de vieja madera que nunca se higienizaban correctamente. Silvia nos cuenta: “Todavía conservamos dos  Botti. Recuerdo que con mi hermana nos escondíamos allí adentro cuando de chicas jugábamos a la escondida; me quedó grabado el pungente aroma a vinagre que tenían.”

Hasta que un día Elio Altare se animó a desafiar la autoridad de su padre. Adquirió algunas barricas de roble francés, sacó los viejos Botti afuera de la bodega y los quemó. Ese día, al ver semejante espectáculo, Giovanni Altare sufrió un ataque al corazón al cual sobrevivió. Sin embargo, Elio y su padre Giovanni nunca más se dirigieron la palabra. Tan extremo fue el enojo de Giovanni que desheredó a Elio. Silvia relata: “Heredaron todo mis tíos, que no vivían aquí ni les interesaba la finca ni el vino. A mi padre se le permitió seguir viviendo en la casa, pero tenía que pagar una renta o comprar la propiedad. Entonces Elio hizo una hipoteca y recompro la propiedad a sus hermanos.

Al igual que en otras aldeas pequeñas de Italia, los habitantes son conservadores y patriarcales. Es habitual que los domingos las familias tomen un aperitivo en el bar del pueblo, antes de asistir a la misa en la parroquia.  Cuando Elio quemó los Botti de su bodega, todo el pueblo rumoreaba: “El hijo de Giovanni se ha vuelto loco”. Los abuelos de Silvia estaban tan avergonzados que hasta dejaron de ir a misa y se recluyeron en su casa. “Y esto sucedió hace 35 años, no en la Edad Media”, cuenta nostálgica. “Mi abuela pudo ver el final de la historia: ella murió en esta casa y vio parte del éxito de mi padre. Una de las últimas frases que dijo antes de morir fue que estaba arrepentida de lo que había sucedido. Mi padre ya estaría llorando al contar esta parte de la historia. Mi abuelo murió sin saberlo”.

TECNICISMOS
Denominación de Origen Controlada y Garantida: Barolo D.O.C.G
Variedad de uva permitida: Nebbiolo, una variedad tinta de ciclo vegetativo largo.
Suelos: La Morra y Barolo: suelos calcáreos, arenosos, compactos (vinos más elegantes, frutados y aromáticos) Monforte d’Alba y Serralunga d’Alba: suelos arcillosos, con arenisca (vinos más intensos y estructurados)
Clima: continental, con veranos largos, y otoños templados propicios para el Nebbiolo.
Crianza: en barricas de roble. Dos años de crianza en madera para el Barolo Normale.
Rendimiento permitido: 56 hl/ha.
Características de los vinos: de color rubí, con tendencia al color granate con el paso del tiempo. Vinos muy complejos, elegantes con notas de hierbas aromáticas, menta, eucaliptus, licoricia, rosas, alquitrán y frutos negros.
Potencial de Guarda: dependiendo del productor, unos 30 o 40 años.
MÁS INFO:
Azienda agricola Cascina Nuova Elio Altare
Frazione Annunziata 51, 12064 La Morra (CN) ITALIA
Tel. / Fax: +39 0173 50835
e-mail: elioaltare@elioaltare.com

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